Protestas con ritmo y arte

En febrero del 2019, el gobierno colombiano de Iván Duque –animado por los asesores halcones de Donald Trump en Washington– intentó movilizar el mundo del pop latino y el reguetón para dar un cariz juvenil al intento estadounidense de forzar un cambio de régimen en Venezuela. El concierto Venezuela Aid Live –organizado por empresarios colombianos y el magnate de Virgin Richard Branson– convocó a reguetoneros consagrados como el puertorriqueño Luis Fonsi (conocido por su canción Despacito ) o el colombiano J Balvin, así como artistas del pop romántico como Carlos Vives, Juanes o Alejandro Sanz, para un concierto celebrada en Cúcuta, la ciudad colombiana en la frontera con Venezuela.

Fue un momento triunfante para Duque, ganador en las elecciones ocho meses antes –y para su mentor político el expresidente ultraconservador Álvaro Uribe–, que se codearon con las estrellas más cool del mundo pop latino y sus electoralmente rentables bases de fans.

Dos años y medio después, todo ha cambiado en Colombia. El cambio de régimen que se reivindica ya en las calles, tras una explosión de protestas a lo ancho del país andino, es el del propio Duque.

La música está desempeñando un papel muy importante en el movimiento de protestas. Pero los portavoces de la protesta musical ya no son artistas multimillonarios del reguetón sino raperos afrocolombianos como Chocquibtown, el conjunto de hip-hop afincado en Cali, el centro neurálgico del nuevo movimiento de protesta.

Creado en Chocó, en la costa del Pacífico, una de las regiones más pobres de Colombia, Chocquibtown ha encontrado inspiración para su letra en la lucha afrocolombiana. Somos los prietos es una de sus canciones más conocidas.

Goyo, la cantante del grupo, acudió a un acto en Miami el mes pasado luciendo una chaqueta estampada con eslóganes de reivindicación sacados de las marchas. Fue radicalizada por la cultura de resistencia en Chocó y por el asesinato de su mejor amiga en otra de las olas de feminicidios –630 en el 2020–, parte de la violencia endémica que ha caracterizado a Colombia incluso después del acuerdo de paz del 2016. Una de las reivindicaciones de la protesta son medidas para combatir la violencia contra las mujeres.

El conjunto de ska punk Doctor Krápula de Bogotá se ha empleado a fondo también en la campaña de protesta. “Las fuerzas armadas reciben órdenes por Twitter desde una finca”, tuiteó el cantante del grupo, Mario Muñoz, en referencia a los incendiarios tuits justificando la violencia policial y del ejército, del expresidente Álvaro Uribe, que vive en una enorme ­finca en las afueras de Medellín.

Asimismo, la famosa cantante romántica de la costa caribeña Adriana Lucia es otra defensora de las protestas en redes sociales. Cuando Duque invitó a Lucia a la reunión de diálogo en Bogotá convocada para intentar frenar la ola de protestas, la cantante se negó y sugirió a Duque visitar las zonas de Chocó para hablar con la juventud en protesta.

Cantantes cuestionados

J Balvin ha recibido críticas por no involucrarse más en el movimiento

La voz portorriqueña de este movimiento ya no es de Fonsi, sino Rene Pérez, el rapero-reguetonero apodado Residente que ha mandado desde la primera jornada de movilización en abril una serie de mensajes de solidaridad en redes sociales. “Si fuera colombiano, yo estaría en contra de la reforma tributaria”, anunció en Instagram en referencia a la medida de subir los impuestos de las clases medias bajas que desencadenó las primeras protestas. “Si un pueblo protesta y marcha en medio de una pandemia, es porque su gobierno es más peligroso que un virus”, remató el rapero.

Los manifestantes elogian a Residente en redes sociales. En cambio, J Balvin –de Medellín y amigo de la familia del narcotraficante Pablo Escobar– ha sido criticado por no involucrarse más activamente en el movimiento. “Los reguetoneros multimillonarios son principalmente uribistas (seguidores de Uribe y la derecha dura)”, dijo una fuente de la industria de la música en Colombia, en referencia a los cantantes de reguetón más conocidos (y de las fortunas mas grandes).https://www.youtube.com/embed/O4f58BU_Hbs?enablejsapi=1&origin=https%3A%2F%2Fwww.lavanguardia.com&widgetid=1

El reguetón en Cali fue muy duro a principios de los 2000, pero luego en Medellín le dieron otro sonido más pop. J Balvin ha sido calificado en Colombia como el rey de la payola (la práctica de pagar a las emisoras de radio para que pongan tus canciones).

Mujeres como Goyo y otras raperas –como las cubanas La Reyna y la Real– han denunciado el carácter violentamente machista de muchas de las canciones del reguetón masculino.Lee también

Fonsi y J Balvin siguieron a Residente al criticar las medidas del Gobierno y el exceso de violencia. Pero llegaron tarde a la condena generalizada de las tácticas policiales, agrega la misma fuente de la industria musical: “De no ser por las presiones de Residente, ellos (los reguetoneros) no se habrían pronunciado”, dice.https://www.youtube.com/embed/Te_Ym4BvP8k?enablejsapi=1&origin=https%3A%2F%2Fwww.lavanguardia.com&widgetid=2

La presencia de la música en el movimiento de protesta que sacude Colombia desde hace casi un mes va mucho más allá de artistas conocidos. Las orquestas populares de barrio equipadas con gaitas y tambores interpretan cumbia y salsa. Cantantes espontáneos de salsa y cumbia animan desde dentro de las marchas. Suenan también los tambores y flautas de la música indígena –la llamada guardia indígena del Cauca, otra región conflictiva del pacífico donde han resultado asesinados cientos de líderes sociales, es un protagonista clave del movimiento de protesta en Cali.

Asimismo, la orquesta filarmónica de Bogotá interpretó La fanfarria de un hombre común de Aaron Copeland en una de las protestas que abarcan lo ancho de un país que tiene siete bases militares estadounidenses.

En clave más vanguardista, las artistas LGBT Piisciiss, Neni Nova y Axid bailaron voguing ante las policías en una manifestación en Bogotá. “Es una insurrección y la cultura está muy presente en el movimiento”, dijo Óscar Rivera Guardiola, filósofo colombiano de Birkbeck College (Universidad de Londres) autor de Una defensa de la lucha armada en el arte , publicado el año pasado.

Arte contra la violencia

Jóvenes manifestantes usan la creatividad y formas estéticas que apelan a la emoción

Pese a la violencia que ha arrojado un saldo 40 personas asesinadas en los primeros 21 días de las protestas y casi 2.400 casos de violencia policial, la mayor parte por abusos sexuales, lo que llama la atención es el carácter carnavalesco del movimiento de protesta juvenil. “Los jóvenes que se están manifestando en Cali y en Bogotá y en zonas rurales lo hacen con una creatividad y una manera estética que rápidamente se dirige a las emociones; hay una cierta alegría en las protestas que, por supuesto, quienes desde el Estado están acostumbrados al lenguaje sombrío no saben procesar”, explica River Guardiola.

Pasa lo mismo en las manifestaciones masivas y de apoyo de colombianos afincados en ciudades europeas como Madrid o Londres. “Un policía me preguntó en la manifestación en Londres: ‘¿Pero ustedes están protestando o están haciendo una fiesta?’”, dijo Rivera Guardiola.

Muralismo y ‘agit prop’

Las protestas no solo se han convertido en escenas de música y baile, sino también en un lienzo para miles de jóvenes artistas. El resultado es un arte agit prop –murales, pósters, grafitis– que poco tiene que envidiar a las creaciones del Mayo del 68 en París o en Santiago de Chile en 1970-73 .
“Todos mis exestudiantes están en las protestas”, dijo Carlos Quintero, profesor de bellas artes de la Universidad de Cauca en Popayán. “No hay escenarios para el arte aquí en Cali, no hay espacio ; no hay galerías; de modo que los artistas están usando las protestas para visibilizarse” .
El muralismo ha florecido en la nueva fase de manifestaciones y grafiteros al igual que en Chile, donde el arte muralista creó un telón de fondo para las protestas del 2019 haciéndose eco del muralismo pop de Roberto Matta en los años de Allende.
En la primera fase de la protesta colombiana –a finales del 2019–, uno de los desencadenantes fue la destrucción parcial de un mural en Bogotá titulado ¿Quién dio la orden?, con trece retratos en blanco y negro de altos militares, en referencia al asesinato por el ejército de más de 6.000 jóvenes residentes de barrios populares, los llamados “falsos positivos”, un crimen atroz cometido bajo la presidencia Uribe. Este mural fue destrozado otra vez en marzo de este año antes del inicio de esta fase de las protestas.
El Gobierno en Bogotá ha intentado tender puentes a las protestas. Hace dos semanas, el presidente Iván Duque invitó a los manifestantes a un encuentro en un lugar simbólico: el nuevo museo Fragmentos, homenaje al proceso de paz en el centro en Bogotá, cuyo suelo está hecho del acero fundido de 8.000 armas entregadas por la guerrilla.
Pero igual que la invitación a la cantante Adriana Lucia, el tiro presidencial salió por la culata. Doris Salcedo, la célebre escultora, autora de Fragmentos, arremetió contra el presidente en una entrevista en la revista neoyorquina Hyperallergic acusando a Duque de utilizar “abusivamente” su obra.

FUENTE: LA VANGUARDIA