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marzo 10, 2020

México: Paro nacional de mujeres 2020


El Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo de 2019 es una movilización que tuvo lugar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Es convocado por organizaciones feministas y aliadas de la lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo. Se esperó la adhesión de más de 70 países y una gran cantidad de actividades locales relacionadas.[1]

La movilización es motivada por la lucha contra la violencia machista, la desigualdad de género, el feminicidio, la violencia sexual, las desapariciones de mujeres y niñas y las distintas formas de opresión contra las mujeres. La acción internacional simultánea tiene el objetivo de visibilizar la situación de explotación de las mujeres en el ámbito del trabajo y la reproducción social.

Antecedentes

Un primer antecedente histórico se dice que fue la Huelga de Nueva York, de obreras textileras, quienes luchaban por mejores salarios y menores jornadas. Otro antecedente es el paro nacional convocado por el movimiento de mujeres que tuvo lugar en Islandia, el 24 de octubre en 1975, en el que participaron trabajadoras remuneradas y amas de casa. En un aniversario de esa huelga, el 24 de octubre de 2016, las trabajadoras islandesas dejaron sus puestos de trabajo dos horas y veintidós minutos, antes de su hora de salida, como forma de hacer visible la brecha salarial entre hombres y mujeres. ​

El 3 de octubre de 2016, se realizó una protesta masiva en Polonia, bautizada como «lunes negro», contra un proyecto de ley que criminalizaba el aborto, incluyendo el aborto espontáneo y la interrupción del embarazo como consecuencia de una violación. La gran repercusión de esta protesta frenó la ley en el parlamento polaco. El 19 octubre del 2016, en Argentina, integrantes del movimiento Ni Una Menos y de otras organizaciones feministas convocaron a un paro de una hora y a diversas movilizaciones, tras una semana en la que hubo 7 feminicidios. En este marco de manifestaciones masivas en distintos países, las activistas polacas comenzaron a conectarse y coordinar acciones con movimientos similares de otros países, sumándose inicialmente Israel, Italia, Corea del Sur, Rusia, Irlanda, Brasil y México para conformar un grupo impulsor del Primer Paro Internacional de Mujeres.

El Primer Paro Internacional de Mujeres, del 8 de marzo de 2017, tuvo presencia en más de 50 países y 200 ciudades alrededor del mundo. El 25 de noviembre de 2017 tuvieron lugar importantes manifestaciones por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en varios países, así como una masiva respuesta a la convocatoria de la Women’s March 2018 en Estados Unidos. Estas movilizaciones son consideradas por activistas como antecedentes para una segunda convocatoria global al Paro Internacional de Mujeres.

Convocatoria.

Bajo el lema #ElNueveNadieSeMueve, y «Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras», los movimientos feministas en México convocaron a un paro laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo ante los diez feminicidios diarios que se cometen en México y una violación cada 4 minutos. El llamamiento incluye a mujeres asalariadas y no asalariadas para el 9 de marzo 2020.

Una de las principales reivindicaciones es por una sociedad libre de violencia machista, cuya manifestación más visible es la agresión sexual y el feminicidio por el solo hecho de ser mujeres. También se reivindican los derechos laborales de las mujeres, afectados por la precarización, la desigualdad salarial y el acoso sexual en el lugar de trabajo. Asimismo, se denuncian la pobreza, la violencia racial, la persecución a inmigrantes y los recortes de programas sociales y de salud y la desaparición de mujeres y niñas.

Temas que Dividen.

Aparecieron temas como la prostitución y los vientres de alquiler, que es un tema que no tiene el consenso y el tema de la agenda feminista v.s. la agenda del movimiento trans, que también provoca divisiones entre las feministas.

Bajo el supuesto estandarte del feminismo, reclaman espacio aquellas posiciones o discursos que, cuando se trata de la explotación sexual y reproductiva de las mujeres, califican la misma como un acto de voluntad. El neoliberalismo y las sociedades de mercado han implantado una nueva forma de racionalidad que sublima el individualismo del libre acuerdo donde, deliberadamente, se ignoran los condicionantes sistémicos que determinan esa supuesta libertad. Ocultan que, para que el consentimiento sea válido ha de ser un acto libre e informado, requiere un yo autónomo no mediado por el abuso de poder, la subordinación y el sometimiento. Por ello, el argumento de la libre elección de las mujeres es una auténtica coartada para el patriarcado. No solo falsea la teoría del consentimiento sino que, en la medida que individualiza la decisión, la despolitiza.

Este año, el Paro Nacional de Mujeres 2020 quiere visibilizar la explotación de mujeres y niñas, y para estrechar una solidaridad global más fuerte para exigir poner fin a todas las violencias contra las mujeres, en todas sus formas y modalidades. El Paro Nacional de Mujeres 2020 es un reconocimiento de que no podemos erradicar la violencia contra las mujeres sin tomar en cuenta la intersección con la pobreza, el racismo, la guerra, el saqueo ambiental, el capitalismo, el imperialismo y el patriarcado. La impunidad vive en el corazón de estas fuerzas entrelazadas.

En México nos levantamos por las desaparecidas, por las víctimas de feminicidio, las víctimas de la delincuencia organizada, las desplazadas, las madres que buscan a sus hijas e hijos, las víctimas y sobrevivientes de trata, de prostitución y otras formas de explotación sexual, las víctimas del trabajo infantil y del turismo sexual y la pornografía, fenómenos que crecen en total impunidad en nuestro país.

8 de marzo de 2020.

Y este 8 de marzo ha sido, sin lugar a duda, una conmemoración diferente, gracias al enojo, a la rabia, al coraje y al miedo de las jóvenes y de miles de mujeres en México y en el mundo entero que salimos a las calles a protestar contra el feminicidio, la violencia machista, las violaciones, las desapariciones de mujeres y niñas. Bajo la consigna, si no nos ven y no nos oyen, que México se mueva sin nosotras y si nuestro trabajo no vale, produzcan sin nosotras.

Tomamos las calles, las plazas, para protestar por la igualdad sustantiva, contra la discriminación y la violencia machista y mañana dejaremos de trabajar, de cuidar, de limpiar y de consumir. Es un reconocimiento de que hay un sistema político, económico y sociocultural que nos oprime en todo el mundo y al que aspiramos subvertir. Es un llamado a construir un feminismo inclusivo e interseccional que nos invita a unirnos a la resistencia contra la discriminación, el racismo, la islamofobia, el antisemitismo, la misoginia y la explotación capitalista, porque nos están matando, porque nos desaparecen, porque no queremos ni una más víctima de las redes de trata y prostitución y ni una menos desaparecida o víctima de feminicidio.

Distintos grupos tomaron las calles con sus demandas específicas, nosotras contra la explotación de mujeres y niñas, sobre todo porque un Diputado del Congreso de la Ciudad de México, Temístocles Villanueva y otros Congresos estatales insisten en reglamentar la prostitución y reconocerla como “trabajo”.

Por qué nos oponemos.

Es acaso que vemos la sexualidad humana desde una postura moral y nos resistimos al progreso. No, no es así, nos oponemos porque como ha sucedido en Holanda, Alemania, el Estado de Victoria, en Australia, o Brasil y Uruguay, la antigua dicotomía entre la mujer virtuosa y la puta, se reemplazó por una nueva dicotomía: trabajadora sexual – mujer víctima de trata. Mientras tanto, con el objeto de defender a la prostitución como un “trabajo”, se articuló la definición de la trata como neutral al género, mediante la trata para explotación laboral y la trata para explotación sexual se integraron bajo el mismo rubro, como “trata de personas”. De otra manera, hubiera sido muy evidente que el daño profundo de la trata con propósitos sexuales es decididamente una condición de discriminación e injusticia contra las mujeres, mediante la cual la víctima de la trata es trasladada o transportada para – la prostitución. “La prostitución” fue borrada del léxico y fue reemplazada por “trabajo sexual”. De la misma manera, “proxeneta, lenón o padrote”, “reclutador” y “propietario de burdel” se reemplazaron por “dueños de negocios o empresarios” o “gerentes”. Sin embargo, el término “trata” resulta un poco complicado, porque significaba que aquellas personas tratadas son víctimas. Entonces, el término “trata” empezó a reemplazarse con uno mucho más neutral, “migración”. Debido a que es peligroso que los agentes que se benefician de la transportación de mujeres fueran estigmatizados como tratantes comunes, por lo que se acuñó la frase de “migración asistida”.

La verdad es que lo que se insiste llamar trata sexual no es nada menos que el sistema para proveer de mujeres y niñas a la prostitución globalizada. Los industriales del sexo transportan niñas y mujeres a través de fronteras nacionales o locales y las “lanzan” a la prostitución en lugares donde sus víctimas son menos capaces de resistir y donde existe la mayor demanda para ellas, siendo, finalmente la demanda la que a través de la prostitución, propicia la trata.

El crear distinciones entre prostitución (o “trabajo sexual”) y la trata protege a los negocios de la industria sexual. Aquellas personas que han promovido ese tipo de distinciones han sido en su mayor parte los que tienen intereses económicos relacionados con la industria del sexo – países, entre los que sobresalen Holanda, Alemania y Nueva Zelanda, que legalizaron y establecieron impuestos a los negocios de la industria del sexo y financian el cabildeo a favor de la prostitución a través de organizaciones no gubernamentales, grupos libertarios y los intereses de la industria del sexo. Aún peor, hoy se empieza a levantar en algunos países la descriminalización total de la industria del sexo, incluidos tratantes, proxenetas, dueños y administradores de burdeles y no sólo a las mujeres en situación de prostitución.

Si esta postura avanza en nuestro país, además de que competiríamos con Brasil por el segundo lugar mundial como destino de turismo sexual, personajes como Gutiérrez de la Torre, expresidente del PRI en la Ciudad de México, serían empresarios, en lugar de delincuentes.

FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA


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