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octubre 4, 2018

¿Por qué el cuento de Cenicienta ignora que el padre consiente el maltrato?


Hace un tiempo vi en el muro de un conocido un meme machista que me dejó muy mal cuerpo, con esa sensación entre vergüenza, pena y rabia que me invade cuando veo muestras de carencia del más mínimo sentido crítico. Pensé en las mil cosas que podría decir en los comentarios, pero me desanimé precisamente porque tendría que explicar mil cosas, desde lo más obvio hasta lo más complejo, y además en un ambiente hostil. Lo dejé estar y seguí a lo mío.

Hace una semana volvió a asaltarme la misma viñeta, esta vez compartida por una persona muy cercana a mí, lo que me llenó de decepción. Tampoco comenté en el muro, esta vez porque era alguien familiar y lo único que hubiera conseguido habría sido generar un ambiente hostil e incómodo, y todo para nada, porque conozco sus reservas hacia el feminismo y los mitos en los que esas reservas se basan, que actúan como barrera infranqueable para cualquier otra información que pueda darles.

Para no generar más expectación, este es el meme en cuestión:

¿Por qué este meme me ha dejado tan mal cuerpo? Puede que no parezca de lo peor que hay en Internet, ya sé que hay cosas más graves, pero este me ha parecido digno de análisis porque ni siquiera parece un virulento insulto al feminismo, pero lo es.

 

Para empezar, sí, las feministas decimos que el cuento de la Cenicienta es machista. Pero atención a la manera en que el hada madrina plantea la pregunta: “¿sabías que las feministas dicen que tu cuento…”. Esta manera de plantear la pregunta manipula al impedir poner un contexto económico social y cultural al cuento de la Cenicienta, que fue escrito por una persona determinada y en una época determinada, cuestiones que influyeron en el resultado de esta creación literaria.

El cuento de la Cenicienta tuvo varias versiones en diferentes países, pero nos referiremos aquí a la de los hermanos Grimm por ser la más famosa y la que Disney adaptó en 1950. Los autores del cuento lo publicaron en un libro titulado Kinder- und Hausmärchen, junto a otros cuentos, en el año 1812 en Alemania. Para situarnos, el libro se publicó recién estrenado el siglo XIX, periodo que alumbró dos grandes revoluciones industriales, el siglo de las revoluciones burguesas y la revolución científica. El modelo económico de 1812 era el protoindustrial, es decir, uno en el que se comenzaron a introducir los cambios de la industrialización sin haber roto por completo con el modelo de producción preindustrial, caracterizado por la explotación rural agraria y las manufacturas.

Analicemos pues el cuento que fue escrito por un hombre de esta época, la versión original que Disney presentó a su manera. Una lectura del cuento original, nos lleva a descubrir que el padre de Cenicienta no moría, lo que hacía era casarse con otra mujer tras haber enviudado y tener dos niñas con ella, las hermanastras de Cenicienta. La madrastra y hermanastras de Cenicienta no eran feas, como planteó Disney, pero sí “de corazón duro”, y solían maltratar y humillar a Cenicienta, pero su propio padre jamás hizo nada para evitarlo. La única ayuda que tenía la protagonista en el cuento era sobrenatural: palomas, tórtolas, pájaros varios y un árbol mágico crecido sobre la tumba de su difunta madre y regado por sus lágrimas. Nada de ratones ni hadas madrinas.

No obstante, esos seres mágicos resultaban muy valiosos, ya que eran capaces de invocar vestidos y zapatos de oro y plata. El príncipe en el cuento bailaba tres noches con Cenicienta y le quitaba a sus otros pretendientes. En la versión original, era él mismo el que iba casa por casa probando el zapatito a las jóvenes, y las hermanastras se seccionaban algunas partes de sus pies para intentar engañarlo. Lo grave es que él las hubiera creído a las dos si unas palomas parlantes no las hubieran delatado. Es decir, para el príncipe, Cenicienta era solo una mujer genérica que llevaba un zapato de oro, cualquier mujer que cumpliera ese mínimo requisito servía para esposa. Mucha atención no debió prestarle cuando no recordaba ni su cara, ni su voz, ni nada de nada ¡después de haber bailado con ella tres noches seguidas!

El final de Cenicienta en su versión original también es algo diferente: Cenicienta se termina casando con el príncipe después de ponerse el zapato y, en la boda, las palomas deciden vengarse de la madrastra y las hermanastras picándolas en los ojos y dejándolas ciegas. ¡Qué raro que olvidaran casualmente vengarse del padre, consentidor y hasta instigador de los maltratos!

Siguiendo este enlace podéis leer en PDF el cuento original de los hermanos Grimm y comprobar por ustedes mismos/as lo que comento:

http://www.biblioteca.org.ar/libros/131336.pdf

Ahora someteré lo que he expuesto hasta ahora a preguntas concretas para que salga a la luz por sí solo todo el machismo de Cenicienta que los creadores de esta viñeta se niegan a ver.

En primer lugar, ¿por qué los hermanos Grimm se centran en la maldad de la madrastra y hermanastras, e ignoran por completo que el padre de Cenicienta consiente el maltrato y tiene aún mayor delito? Pues porque los Grimm fueron hijos de su época, una época machista, y por tanto solo concebían a las mujeres de manera dicotómica, como seres perversos o como seres bondadosos, madonas o rameras, nunca como seres humanos complejos, con luces y sombras. Pero Disney, muchos años después, llega al extremo de “matar” al padre para que toda la culpa recaiga sobre las “pérfidas mujeres” y no tengamos ocasión de preguntarnos si quiera por qué demonios estaba consintiendo todo eso el padre. En resumen, aquí ya aparece el machismo, tanto de los Grimm como de Disney.

 

Segunda pregunta, ¿por qué Cenicienta no usa el árbol mágico, capaz de generar vestidos de oro y plata, para hacerse con una fortuna y escapar de su familia maltratadora? Ya se ve que los autores eran más capaces de concebir pájaros parlanchines y árboles mágicos que fabrican vestidos, que de plantear a una mujer liberándose a sí misma, sin depender de un hombre. ¿Es necesario decirlo? Pues por lo visto sí: machismo.

Siguiente pregunta, ¿por qué el padre de Cenicienta no hizo nada para ayudarla? A pesar de que Cenicienta era su primogénita, lo cierto es que “solo” era una mujer. Si hubiera sido un hombre, la situación que describe el cuento habría sido inimaginable, ya que el primogénito habría sido el heredero y habría gozado de un estatus superior al de su madrastra y hermanastras. De nuevo, machismo.

Para continuar, ¿por qué Cenicienta en el cuento no huía de esa familia que la maltrataba? Para responder tenemos que pensar en el contexto en el que se escribió el cuento. Se ha constatado que, a comienzos del siglo XIX, en contra de lo que suele pensarse, las mujeres sí que podían trabajar (y lo hacían) en diversas ocupaciones: en la explotación agraria, en trabajos de producción artesanal y manufacturera… incluso desarrollaban negocios con carácter mercantil (venta de víveres, bebidas, ropa, telares…etc.), de servicios (lavandería, plancha, cocina…etc.) y de manipulación de textiles y confección de ropa.

Sin embargo, las mujeres no podían vivir como individuas autosuficientes, ya que sus sueldos se concebían como un mero complemento para la economía familiar, nunca como el recurso principal, y, además, solo las casadas y en algunos casos las viudas, con autorización escrita y firmada por el marido, podían desarrollar negocios. En el caso de las clases más altas, las mujeres no accedían al trabajo asalariado, dependiendo por completo de la fortuna del padre primero y del marido después. Es precisamente el caso de Cenicienta, que dependía de los recursos económicos de un padre rico que consentía que se la humillara. ¿Qué podía hacer ella, si no podía disponer de un patrimonio familiar, ni trabajar para vivir por sus propios medios siendo mujer? Resignarse al maltrato, quedándole solo la salida del matrimonio, o de hacerse monja. Más machismo.

¿Por qué Cenicienta termina con el príncipe? Porque no puede elegir, él en cambio es un hombre con poder y puede organizar una fiesta de tres días para escoger a la joven que más le guste de entre cientos. El príncipe escoge a Cenicienta porque es la que más le gusta por su belleza, Cenicienta se limita a dejarse escoger. Otro aspecto que denota machismo, al ser ella la parte pasiva por el hecho de ser mujer.

Para ir llegando al punto conclusivo ¿podríamos considerar que eran realmente la madrastra y las hermanastras las culpables de la situación de Cenicienta? ¿Es cierto lo que señala el meme? La respuesta es un no categórico. Si Cenicienta sufrió el maltrato de tres mujeres fue siempre con el beneplácito de un hombre, su padre, que era quien ostentaba el poder económico y, por tanto, quien estaba condenando realmente a Cenicienta. Es un acto de misoginia, es decir, odio a las mujeres, señalarlas siempre como malvadas y principales enemigas de sus iguales, y este acto fue comenzado por los hermanos Grimm, como hemos visto, y continuado (incluso profundizado) por Disney muchos años más adelante. La pena es que, aún hoy, el planteamiento misógino del cuento de la Cenicienta, que señala como malvadas a las tres mujeres y hace la vista gorda con el hombre y con la estructura social opresiva, encuentre respaldo entre tantas personas.

Es urgente que las feministas identifiquemos y contrarrestemos con la contundencia de la razón los intentos del patriarcado para dividirnos y evitar que, juntas, nos hagamos más fuertes y luchemos por una sociedad igualitaria en la que las mujeres seamos las protagonistas de nuestras historias. Ya sea analizando memes, cuentos, películas o chistes, debemos estar listas para señalar el machismo.

Las dejo con dos memes feministas sobre la Cenicienta, para quedarnos con un buen sabor de boca.

El caricaturista Tom Gauld muestra una versión feminista del hada madrina, demostrando que la felicidad y el bienestar de la protagonista pueden ser logrados sin mediación directa de un hombre. ¡Es grandioso que algunos hombres ya puedan vernos desde esta perspectiva, no como los Grimm y Disney!

Este meme reivindica la libertad de decisión de las mujeres, que no deberían ser increpadas como hacía el príncipe de la historia, por entrar y salir, ir o venir, cuando les de la gana.

FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA


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