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junio 23, 2021

“Colombia es un laboratorio para desaparecer a las personas”: Sergio Maldonado


Sergio, hermano de Santiago Maldonado, un joven desaparecido y hallado muerto en Argentina luego de una protesta, hizo parte de una comisión internacional de derechos humanos que visitó Colombia en medio del paro nacional. Asegura que ve un desgaste en los jóvenes que le están poniendo el cuerpo a las manifestaciones y que en Colombia se ha naturalizado la desaparición forzada.

Carteles con el rostro de Santiago Maldonado empapelaron las calles de distintas ciudades en Argentina en 2017. La desaparición de este joven el 1 de agosto de ese año, que por entonces tenía 28 años, se convirtió en noticia internacional durante las siguientes semanas. Incluso en Bogotá también se vieron algunos de esos carteles con las preguntas sobre su paradero.

Carteles que reclaman la aparición con vida de Santiago Maldonado estaban el centro de Buenos Aires (Argentina).

Carteles que reclaman la aparición con vida de Santiago Maldonado estaban el centro de Buenos Aires (Argentina).David Fern·ndez

Santiago desapareció luego del desalojo la Gendarmería Nacional (El Esmad de Argentina) a protestantes del pueblo mapuche por la liberación de uno de sus líderes en Cushamen, Chubut. Su cuerpo lo encontraron 78 días después en el río Chubut a 400 metros del sitio donde había sido visto por última vez.

Su hermano, Sergio Maldonado le llevaba. Desde la muerte de Santiago, él y su familia se abanderaron en la lucha de los derechos humanos y en contra de la desaparición forzada.

Entre el 25 de mayo y el 3 de junio, Sergio Maldonado fue uno de los 22 integrantes de la Misión de Solidaridad Internacional y Derechos Humanos que visitó Colombia para recoger las denuncias diarias que se han dado en medio del paro nacional. Su visita se hizo más notoria cuando por redes sociales circuló un video en el que se veía cómo le negaban el ingreso a Colombia a Juan Grabois, uno de sus integrantes. Luego volvieron a estar en el debate público ante las declaraciones del expresidente de Andrés Pastrana de que la visita del equipo hacía parte de un plan de desestabilización de la región.

Sergio Maldonado

Sergio MaldonadoArchivo particular

Esta misión sacó su informe preliminar al término de su vista. Aquí puede consultarlo. En el documento recogieron violaciones a derechos humanos en Popayán, Bogotá, Pereira, Medellín y Cali. Allí llamaron la atención sobre el uso excesivo de la fuerza estatal sobre las manifestaciones, la criminalización de la protesta, el ataque a defensores y defensoras de derechos humanos, el uso de balas de caucho disparadas a los ojos de manifestantes y casos de abuso sexual y desaparición. El informe final será presentado la próxima semana a la comunidad internacional.

En entrevista con Colombia+20, Sergio Maldonado habla sobre las similitudes que observó en torno al tratamiento de la protesta social en Colombia y en Argentina y su preocupación por una posible “naturalización” de la desaparición forzada en este país.Te puede interesar

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¿Qué ha pasado con el caso de su hermano en Argentina?

Santiago termina apareciendo 78 días después en un lugar que había sido rastrillado tres veces, en una profundidad de 30 a 50 centímetros de agua. Era evidente que si hubiese estado ahí se le hubiese visto desde un comienzo. Y aparte aparece en condiciones que no son las de un cuerpo que ha estado 78 días en el agua.

Se presenta esto ante el juez, pero todo el tiempo eso fue rechazado. Pedimos que se integre un grupo de expertos independientes en desaparición forzada, como el grupo Equitas (colombiano), pero todo eso fue rechazado judicialmente y por el gobierno que estaba en ese momento. Cambió el gobierno en 2019 y el actual, que acompañaba la causa de Santiago, no responde. Continuamos en una instancia internacional porque estamos con el juez que fue recusado cuatro veces: ni siquiera hizo una reconstrucción de lo que pasó el 1 de agosto de 2017. Así llegamos a un pedido a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que se llamó “acuerdo de solución amistosa” pero no avanzó porque el Estado se excusa en que no pueden intervenir en la justicia, pero es falta de voluntad política.

Luego de diez días de visita en Colombia, ¿cuáles son las similitudes que encuentra en el tratamiento de la protesta social en ambos países y lo que ocurrió con su hermano?

La criminalización del derecho a la protesta, que cuando la única herramienta es cortar una ruta o hacer una manifestación artística empieza la persecución a través de redes sociales, a dispararles, hacerles perder la visión, golpearlos, torturarlos, generarles miedo. No son hechos aislados porque es un política de Estado para que eso ocurra. Hay un aval. El Esmad y la Policía actúan y violan los derechos humanos sabiendo que los van aplaudir y condecorar.

También el cerco mediático de los grandes medios de comunicación que victimizan al agresor. Hacen quedar como que los manifestantes son unos vándalos y los que disparan son los buenos y la “gente de bien”. Para los medios, los violentos son los que se están defendiendo con un escudo de chapa, y los buenos son los que están disparando con gases vencidos, a los ojos, los que detienen arbitrariamente y torturan. Ese tipo de cosas ocurrían en el anterior gobierno de Argentina: una clara política de ir a reprimir todo el tiempo.

Si eso pasa en lugares públicos de Colombia como en la Plaza de Bolívar y el Portal de la Resistencia, no podemos llegar a imaginar todo lo que pueden llegar a hacer en zonas rurales, en los lugares donde no están los medios de comunicación o no hay celulares para filmar. En Argentina esto no pasa tanto. Lo que no veo igual tampoco es la naturalización de las desapariciones forzadas y las violaciones a los derechos humanos que ocurren en Colombia. Aunque otra similitud con Colombia, como ocurrió con mi hermano, es que por lo general los desaparecidos en Argentina también terminan en el mar y los ríos, como ocurrió en los vuelos de la muerte.

Por otro lado, lo que vi es que los manifestantes que están poniendo el cuerpo son muchas chicas y chicos que ya en realidad están dando la vida por la vida misma. Como ya no tienen más nada para perder dan su vida. No veo atrás de ellos a sindicalistas, políticos y gente grande apoyando todo ese movimiento. No veo un plan de lucha ni un movimiento de anarquismo como fue en Chile, sino un grupo de chicas y chicos que están poniendo el cuerpo pero que se están desgastando. Toda esa generación es la que el día de mañana se va a hacer notar porque son quienes están sufriendo las persecuciones y torturas.

¿Cómo entiende esa naturalización de la desaparición forzada en Colombia?

Es una percepción personal, no es que sea lo cierto. Yo creo que para entender el pueblo colombiano hay que nacer y vivir en Colombia, no puedo tener una mirada solo en diez días para entender lo que ocurre. Pero hablo de la naturalización de la desaparición desde el dar algo por hecho, como que dicen que es lo que les toca, que si durante 60 años vienen desapareciendo personas y no hay justicia, investigación, no hay nada, varias generaciones crecieron dando por hecho eso.

Escuché en una charla en la que decían que son 600 los desaparecidos del último paro, otra persona decía que que son 700 o 900, otro que aparecieron 300 y que en realidad eran 150 desaparecidos. Pasan a ser números como si fueran los casos del Covid-19 y en realidad todos esos números son personas con nombre y apellidos, con sueños, y una familia detrás. Todo lo que pasa en Colombia es como una especie de laboratorio para saber cuáles son las artimañas para desaparecer y seguir en la impunidad, porque hay un montón de formas y lugares para hacerlo.

En Argentina tenemos tres desapariciones forzadas comprobadas, incluyendo la de Santiago, en los últimos 4 años. Los 24 de marzo se conmemoran a los 30.000 desaparecidos que dejó la dictadura con una bandera con esos 30.000 rostros.

El 21 de junio fue hallada en Tulúa la cabeza decapitada de Santiago Ochoa, un joven que al parecer participó en las manifestaciones sociales de Colombia. ¿Qué opina de este caso? ¿En Argentina se ha visto este nivel de sevicia hacia los manifestantes?

Los casos de desaparición forzada siempre aparecen en esas situaciones. Lo que ocurrió con mi hermano fue atípico, apareció intacto. En otro caso anterior aparecieron las piernas y la columna de una persona, el resto no estaba. Lo de Santiago Ochoa es un mensaje más mafioso y más macabro, es una forma de amedrentar al resto de la sociedad y aleccionar. Lo puedo comparar con lo de mi hermano, que aparece justamente un 17 de octubre, que es el día de la lealtad peronista y justamente los que no estaban en el gobierno eran del peronismo y fue una manera de dejarles el cuerpo como señal a ese sector político, esa es mi lectura personal.

¿Cuál es su respuesta ante los señalamientos de que la Misión de Solidaridad vino al país como parte de un plan de desestabilización?

Eso también es una política de Estado, porque también lo dijeron en Argentina. Yo la verdad no conozco al diputado Federico Fagioli (señalado como una de las personas que organizaba el supuesto plan según La W) luego fue que me enteré que él vino. De hecho no hizo parte de nuestra misión, había viajado antes. Entiendo que la lógica era bajarle el peso a la misión mezclándolo con el viaje de otra persona. Lo cierto es que los que fuimos a Cali, Medellín, Pereira y Bogotá pudimos recabar información, estar en contacto con víctimas y escuchar de primera mano todo lo que iba pasando así que salir con eso es bajarle el peso. Lo único que me interesa es que se difunda el informe, que hablemos de que la política de Estado de Iván Duque es la persecución y desaparición, que nos digan dónde están los desaparecidos y que haya justicia por todos los pibes y pibas que han sido víctimas de la violencia estatal.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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