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noviembre 18, 2022

Feminicidios en Tibú


Esta semana Insight Crime públicó la investigación “Feminicidios en Tibú, Colombia: cocaína, hombres armados y una guerra sin fin”, realizada por Laura Ávila y Alicia Flórez, buscando volver a traer a la opinión pública la situación que viven las mujeres en este municipio, que tiene la tasa de feminicidios más alta de toda Colombia.

Tibú está en la frontera con Venezuela y es fértil en cultivos de coca. Allí los grupos criminales y, según el informe, la disidencia del Frente 33 imponen las reglas. Las masacres han sido muchas, la policía ni siquiera se atreve a salir de la estación y en febrero se hicieron públicos unos videos, uno de ellos titulado “A continuación las más putas del pueblo de Tibú, Norte de Santander”, usando fotos de redes sociales de mujeres y niñas a quienes acusaban de tener vínculos románticos con integrantes de la policía. En ese momento Isabel Caballero, en Cambio, dijo acertadamente que Tibú se convirtió en la Ciudad Juárez colombiana.

Caballero hace referencia a un emblemático ensayo de la feminista Rita Segato sobre los feminicidios de mujeres en Ciudad Juárez, en la frontera entre México y Estados Unidos, quienes son asesinadas por las bandas criminales locales de formas brutales, dejando sus cuerpos en las calles. Esto lleva a Segato a explicar cómo los feminicidios son también mensajes que envían los agresores con los cuerpos de las mujeres, mensajes a otros grupos criminales, a otros hombres y a todas las mujeres: “Esto podría pasarte a ti”. Segato habla de la cualidad expresiva de estos crímenes y explica que superan la definición tradicional, que usualmente se centra en que los feminicidas son las parejas o exparejas íntimas, el fenómeno más estudiado. Aquí no es necesario que el agresor sea una pareja íntima, los feminicidios pueden ser cometidos por un desconocido, la motivación no es el control de la pareja, pero sí las matan por ser mujeres, las someten a torturas que se conectan directamente con su rol como mujeres y la forma particular en que son asumidas por las dinámicas de la guerra. Esto lleva a Segato a afirmar que lo que ocurre en Ciudad Juárez es un “femigenocidio”.

En el caso de Tibú, algunas personas culpan del aumento exorbitado de violencia a una estrategia de la policía que intentó usar a las mujeres como informantes. Dice Cambio: “La fuerza pública las utiliza, las presiona, las coacciona e incluso les ofrece dinero o las enamora para conseguir información sobre los grupos que controlan el territorio. Es decir, pone en riesgo a mujeres vulnerables que viven en medio del conflicto”. La investigación de Insight Crime lo confirma: “La fuerza pública y las fuerzas de inteligencia identificaron y reclutaron a unas mujeres en Tibú con características muy específicas: mujeres migrantes, jóvenes y con ciertos rasgos de belleza. De acuerdo a los testimonios de las comunidades (…) a estas mujeres las citó la fuerza pública y les explicó que tendrían que infiltrarse en los grupos criminales para sacar información. «Les dijeron que iban a ser ‘detectives’», señaló Ramiro con un gesto de comillas con sus manos”. Según el informe, una de estas mujeres fue descubierta y desapareció, y “las otras mujeres buscaron la ayuda de la Iglesia católica para salir del territorio, pero se desconoce su paradero”. A partir de ahí los grupos criminales sospecharon de las mujeres y los feminicidios aumentaron.

Según Cambio, en Tibú solamente el 47 % de los habitantes son mujeres, muy por debajo del 52 % que es la media nacional. Y esto no solo se debe a los feminicidios. Insight Crime cuenta que, ante la ausencia e inoperancia de la fuerza pública, algunas mujeres se han organizado para sacar a las amenazadas de forma encubierta, pues denuncian que ya ni siquiera hace falta un rumor para poner sus vidas en peligro.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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