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noviembre 1, 2022

‘Siempre Vivas’, la primera galería feminista al aire libre de América Latina


La Galería Siempre Vivas nació para convertirse en un epicentro de paz y resistencia feminista en Colombia. Conversamos con Natalia González Gil de la Colectiva de Mujeres Muralistas, quien ha acompañado los procesos alrededor de la misma desde que se creó en 2019.

Muchas veces cuando las mujeres pasan por la Galería Siempre Vivas y se quedan leyendo el “violentómetro” en uno de sus muros, es evidente en sus rostros, la reflexión que las envuelve. “Ignora lo que le digo”, “no le da valor y me insulta”, dicen las consignas que están más abajo de esta herramienta y termómetro feminista. Más arriba, en el tope, representando esa escalada de la violencia que no tiene tregua y que en el medio guarda otras violencias igualmente preocupantes, está el feminicidio, esa forma atroz y vil en la que se nos mata en razón de nuestro género y que es perpetuada en nuestro país, en su mayoría, por parejas o exparejas. 

Con este tipo de estrategias, pintando muros que nos recuerdan nuestro poder, que conmemoran a las que se fueron, a las que mataron y convirtiendo este espacio en un símbolo de paz, nació en Bogotá en 2019, la Galería Siempre Vivas

En esta oportunidad, para entender más a fondo su valor social, los ataques que ha sufrido a manos de grupos de ultraderecha y los proyectos que se vienen para este espacio, conversamos con Natalia Gonzalez Gil. Ella es pedagoga, comunicadora y educadora popular de la Universidad Pedagógica Nacional y hace parte del trabajo comunitario de Las Andariegas y la Colectiva de Mujeres Muralistas, la cual ha acompañado los procesos de la galería desde que surgió hace cuatro años. 

¿Cómo surge y cuál es la importancia de una galería como esta?

La Galería Siempre Vivas está ubicada en el costado suroccidental del puente de la calle 26 con carrera 30 en Bogotá. Este espacio antes de noviembre de 2019 fue identificado como uno de los más peligrosos para las mujeres en Bogotá y para las disidencias sexuales y de género, por el Observatorio de Género de la Mesa de Seguridad de Teusaquillo. 

Una de las acciones que se pensó para enfrentar estas violencias desde el trabajo comunitario y la articulación ciudadana fue hacer una intervención artística en el espacio. Empezó entonces como una intervención mural, en 400 metros cuadrados. Ahí fue cuando se conformó la Colectiva de Mujeres Muralistas, pero resulta que este lugar no son solo los muros y los murales que representan mujeres defensoras del territorio, que han sido víctimas de feminicidio y de otro tipo de violencias basadas en género, sino que es un lugar de encuentro de mujeres y disidencias sexuales y de género a través de las artes. 

Desde ese momento, empezaron a llegar grupos de música a tocar esporádicamente,  colectivas comunitarias a hacer ahí su olla, mujeres MC’s o grupos mixtos de hombres, mujeres o disidencias que hacen hip hop, pues ahí hay una plazoleta, no solo está el puente. 
Entonces toda esta confluencia, que los muros tengan estas personajas y también que tengan herramientas pedagógicas para identificar en violencias basadas en género como el “armonímetro” y el “violentómetro” que hay ahí y que te permiten medir qué tan armónica o  tan violenta son las relaciones en las que estás, permite y enfrenta las violencias basadas en género. Es un esfuerzo gigante para que paren las violencias hacia nosotras como el acoso callejero y el feminicidio, por nombrar algunas. 

¿Cuántas mujeres y personas disidentes de género participan acá y cómo se articulan con otros colectivos?

Bueno, la colectiva de Mujeres Muralistas, fluctúa en número. Somos quizá unas ocho a doce que hacemos trabajo continuo, pero no solo en el espacio. Estamos trabajando gráficamente la Colectiva de Mujeres Muralistas, pero también hay otras colectivas como Las Histéricas, Perras Gráficas, Las Gallinas Furiosas.

También están presentes colectivas de ollas comunitarias como la Olla vegana popular y la Cucharona errante… así se han articulado muchísimas colectivas, más la comunidad que simplemente llega a escuchar música o a muralear. 

Nosotras rompemos una idea con el trabajo comunitario y es que no necesariamente debes ser muralista para hacer un mural y llegan jóvenes, mujeres y adultas a pintar. Hemos hecho ya seis tomas culturales feministas donde tenemos ferias, presentaciones musicales, teatro, videojuegos, podcast en un fin de semana. 

También llegan otras colectividades de mujeres tejedoras o que hacen medicina homeopática, artes gastronómicas… Creo que en este momento no podría mencionar la cantidad, pero es una red que va desde el trabajo individual de una persona o de una colectiva de ocho a diez hasta hasta hacer algo de, le pongo a cálculo rápido, unas 300 personas que hacen distintos trabajos en el espacio.

¿Cuál es la importancia de ese feminismo comunitario para poner sobre la mesa temas tan urgentes como la violencia de género, pero también para crear estas herramientas como el violentómetro o el armonímetro para reducir esta problemática?

La importancia yo la veo de una manera muy concreta. Las cifras de feminicidios son altísimas y de transfeminicidios ni hablar. No pasa una semana en Colombia sin que una mujer trans sea asesinada. El acoso callejero también es una violencia de todos los días. 

Las violencias simbólicas, económicas son algo diario que viven muchas mujeres y disidencias sexuales en Colombia. Y es algo concreto, tácito, material que está ahí en el día a día y pues la importancia está en que estas acciones son esenciales para entender esas violencias, comprender que existen, darles un nombre, un lugar y después, enfrentarlas, disminuirlas y en algún momento que ya no existan. 

El trabajo comunitario permite entender estas violencias con las dos herramientas que tenemos en las columnas de la galería: el armonímetro y el violentómetro. 
Con el “violentómetro”, las mujeres pueden quizá darle nombre y entender que hay violencias que existen, que vivimos y que no están bien. También pueden ver los números de las instituciones, de la Línea Púrpura para llamar, tener atención psicológica o jurídica en esos casos. 

El “armonimetro”, por su lado, muestra cuáles son esas acciones concretas en mis relaciones que señalan armonía: “me escucha”, “intenta ponerse en mi lugar”, “me entiende” y va subiendo señalando diferentes acciones de armonía en relaciones no solo sexoafectivas, sino laborales o de muchos tipos. 

La experiencia específica no solo con el armonímetro y el violentómetro, sino con toda la galería ha sido gratificante. Por ejemplo, cuando la mamá o la niña nos dicen “gracias por hacer este trabajo, me daba miedo pasar por este puente y ahora es un poco más tranquilo”. 

Una chica trans habitante de calle que habita constantemente ahí se acercó una vez y nos dijo “yo reconozco que ustedes pusieran allá a Daniela Maldonado, a la madre Marta, a su hija, la reconozco”. Quizás en otras palabras… pero eso fue lo que nos comentó y eso nos llena de fuerza, de alegría y más después de los ataques que hemos tenido desde hace dos años. 

Sabemos que la fuerza del lugar no está solamente en el muro o en lo que hay allí, sino en que nosotras ocupamos el espacio y que hay una comunidad de muchísimas mujeres y disidencias sexuales y de género que lo reconocen no como solamente como un espacio violento para ellos, sino de reconocimiento y paz. 

¿Cómo ha sido el tema de los ataques o de este tipo de violencias simbólicas que han recibido? ¿hace cuánto se vienen presentando?… Entiendo que en el último tiempo ha sido más agudo, ¿pero viene de antes?

Quisiera decir algo importante y es que durante dos años después de la primera intervención en 2019 no nos rayaron nada en la galería. Esto en el arte urbano callejero es mucho decir porque este mundo es muy de “yo te pinto encima”, “yo te fondeo y escribo otra cosa encima”, pero en nuestro caso ocurrió un fenómeno muy particular. 

Quizá fue un reconocimiento de los artistas callejeros diciendo “esto es importante y lo vamos a dejar allí”. En estos dos años no tuvimos ni un rayón sobre la Galería Feminista Siempre Vivas, incluso pudimos hacer una renovación, solo para cambiar lo que ahí había expuesto, pero no porque estuviera rayado. 

Sin embargo, en el marco del Paro de 2021 se empezó a rayar con violencias simbólicas que denunciamos porque sabíamos que podían llegar hasta una violencia física. Por ejemplo, dibujaban penes sobre dibujos de una entrepierna, una boca, un rostro… todo eso representa una violación. También, símbolos neofascistas o hispanistas como cruces de santiago o esvásticas. 

Ahí volvíamos a pintar, nos volvían a rayar encima y no veíamos ningún problema en volver a pintar porque, de nuevo, es nuestro arte y lo central en nosotras no son los muros, sino reunirnos y hacernos más fuertes. 

Lo último que pasó en términos de escalada de violencia, fue una agresión física hacia una compañera trans que se dirigía a visitar a su novio, un hombre trans. Él estaba trabajando, haciendo murales en el espacio ese día…

También nos robaron uno de los materiales que usamos para hacer nuestro trabajo, la planta eléctrica. En esta última intervención de los últimos meses de agosto y casi todos los de septiembre, antes de terminar, nos rayaron con greda y pintura de aceite. Tenemos noticias de los habitantes de calle del espacio que no solamente fue esto, sino que también hablaban sobre nosotras y lanzaban amenazas sobre lo que nos iba a ocurrir. 

Y el 24 de agosto, si no estoy mal en la fecha, se terminó toda la intervención que estábamos haciendo para esta fase y este sábado qué pasó, el 8 de octubre, cubrieron toda la parte frontal de la galería con pintura gris. 

¿Esta es la parte de la galería que decía “Galería Feminista Siempre Vivas”?

Sí, decía “Galería Feminista Siempre Vivas” y a la izquierda había un mural de mujeres indígenas con sus hijas. Tres mujeres Nasa, Misak y Guayú. Al lado derecho, había un mural hecho por personas trans y disidencias sexuales y de género donde había un hombre trans, dos mujeres trans asesinadas y varios mensajes en otros lugares. Fue muchísimo lo que intervinieron y fue por parte de una colectividad de ultraderecha. 

El domingo en la noche llegó un grupo fascista y rayó otro tipo de amenazas sobre esta pintura blanca. Amenazas como “no vamos a dejar impunes agresiones a las iglesias”. Supongo que hacen referencia al tema de la puerta de la catedral incendiada el 28S…

Ante esta situación de emergencia, ¿han hecho llamados al respecto a autoridades, alguna entidad o a la sociedad civil? 

Sí, me gustaría contarte que para toda la intervención, el accionar de las instituciones en garantía de derechos ha sido pésimo. La Administración Distrital tiene una gestión muy mala en garantía de derechos para nosotras y nosotres en el espacio.

No porque no la hayamos exigido; hemos estado súper activas en las mesas de seguridad, en reuniones con la Alcaldía de Teusaquillo, con instituciones como la Policía, la Secretaría de Seguridad, con la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP)… pero la garantía de seguridad ha sido pésima, incluso desde antes de los ataques fascistas. 

Por ejemplo no hubo limpieza del espacio, que eso también nos pone en riesgo porque es un espacio muy sucio y está infestado de ratas y garrapatas. La UAESP nunca fue a hacer la limpieza profunda que exigimos por más de dos, cuatro meses. Solo hizo una limpieza superficial que no sirve porque no atacó las pestes, por lo cual tenemos siempre que trabajar alrededor de mil ratas y garrapatas y eso nos pone en riesgo a nosotras y a nuestros animales de compañía. 

Luego, el acompañamiento de gestores de convivencia nunca fue suficiente, de la Policía tampoco. El día de lo de la compañera trans, a pesar de que habíamos solicitado acompañamiento de convivencia, no estaban ahí. Nadie se dio cuenta, excepto nosotras unos minutos después. Ahora con este tipo de ataques fascistas, hemos pedido acompañamiento, pero la respuesta no ha sido suficiente. 

¿Qué hace falta para que ustedes se sientan protegidas o qué actos podrían de pronto reparar un poco esta falta de acompañamiento estatal al trabajo que ustedes están haciendo y que al final pues nace de un vacío institucional?

Yo primero quisiera hacer un llamado a las personas, no a las instituciones, que quieran colaborar. Si bien el trabajo está concentrado en mujeres y disidencias sexuales y de género, no es un espacio excluyente de varones. 

En redes sociales, nosotras estamos siempre publicando cuando vamos a hacer algo ahí, pero se puede hacer presencia sin necesidad de que nosotros lo digamos también. Aún quedan muchos murales y vamos a renovar otros. Por otro lado, a las instituciones distritales, el llamado es a que tengan voluntad política y acción real.

Recuerdo cuando otro grupo de fascistas rayó unas escaleras que tenía la bandera LGBT de Chapinero y al día siguiente estaba pintado otra vez, eso se movió en todas las redes digitales de las instituciones distritales. Esto no ha sido así, no ha tenido atención. El llamado es a la voluntad política y a que realmente se activen en la defensa de este espacio. Este lugar, además, ha tenido recursos públicos, pero no son suficientes.

¿Qué sigue para el colectivo de Mujeres Muralistas? ¿Tienen algo en mente para continuar con este trabajo a futuro, mediano y también largo a largo plazo?

Bueno, del 11 de noviembre al 11 de diciembre tenemos las séptima Toma Cultural Feminista que va a ir acompañada de actividades digitales y presenciales en la Galería Feminista Siempre Vivas. Esperamos tejernos con una red de arte gráfico de mujeres en México y en otros lugares de Latinoamérica. Tendremos artistas invitadas muy importantes que pronto estaremos publicando la cartelera. Eso a corto plazo. 

A largo plazo es seguir defendiendo este territorio, no por un tema de “es mío y de nadie más”, sino porque es un lugar de paz para las mujeres y disidencias sexuales y de género. Vamos a seguir defendiendo este territorio antipatriarcal, entendiendo que el territorio es también nuestro cuerpo y en ese sentido, es la defensa del derecho a la decisión sobre nuestros cuerpos en todos los ámbitos y no solo en cuanto a los derechos sexuales y reproductivos. 

¿Cómo podemos participar de esta toma cultural? 

En nuestras redes sociales, antes del 11 de noviembre, vamos a estar haciendo las convocatorias para hacer mural, no es necesario que sean muralistas. También vamos a tener convocatoria de artistas sonoras, dramáticas y de otros formatos. Si quieren participar, solo deben llenar los formularios y si no, bueno, simplemente caer cuando cuando sea la toma. 

Para seguir de cerca el trabajo de la Colectiva de Mujeres Muralistas, pueden entrar a su canal de Instagram o de Twitter.  

Galería Siempre Vivas
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FUENTE: RADIONICA


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