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julio 11, 2022

La lucha por la profesionalización del fútbol femenino en Colombia


En plena Copa América, la realización de la Liga está en duda. Así ha sido la lucha por crear un campeonato digno y construir una identidad de juego. Nueva entrega de “¿A qué jugamos?”.

“Ya estaba a punto de retirarme, cuando anunciaron que iban a hacer la primera edición de la liga femenina. Decidí retrasar mi salida y cumplir uno de los anhelos que tuve desde que empecé a jugar: ser futbolista profesional en mi país”, recuerda Carmen Rodallega, exdelantera de la selección de Colombia y una de las jugadoras que esperó y soñó durante años la profesionalización de esta rama del balompié.

En esa primera edición, que comenzó en febrero de 2017, participaron 18 clubes, que cumplieron la ambición de las pioneras del fútbol femenino en Colombia, que ya habían empezado a organizarse desde la segunda mitad del siglo XX.

La primera liga femenina fue una eclosión, un punto de partida. Muchos equipos de fútbol femenino aficionado, como la Escuela Carlos Sarmiento Lora, Formas Íntimas y Future Soccer, se asociaron con los clubes profesionales para armar las plantillas de mujeres. Eran instituciones que se la habían jugado por el balompié femenino en el país y que, durante años y desde las sombras, libraban la lucha por ser reconocidas.PUBLICIDAD

Hubo obstáculos, pero el 24 de junio El Campín fue testigo de la final, que se disputó entre Santa Fe y Atlético Huila y que contó con la asistencia de más de 33.000 espectadores. El cuadro capitalino, con la volante Leicy Santos como figura, alzó el trofeo de campeón. “Fue una noche inolvidable. Recuerdo la tribuna, no le cabía nadie, y la gente nos alentaba: ¡vamos, leonas!”, comenta Santos, actual jugadora del Atlético de Madrid, quien añade que en su carrera deportiva ese compromiso ha sido uno de los más importantes. “Nunca lo voy a olvidar”.

En la edición del siguiente año, 2018, aumentaron los participantes y, por ende, hubo veinte partidos adicionales. De 104 encuentros se pasó a 124. En esta campaña Atlético Huila, dirigido por Virgilio Puerto, era el gran favorito para quedarse con el título, pues tenía refuerzos como Yoreli Rincón, Íngrid Vidal, Jorelyn Carabalí, Nelly Córdoba, Darnelly Quintero y Carmen Rodallega. “Ellas venían de ser subcampeonas y cuando me llamaron dije: aquí hay algo. Me la jugué y me fui”, recuerda Rodallega, cuya intuición no falló. Huila derrotó a Atlético Nacional en la final y obtuvo un cupo a la Copa Libertadores Femenina, que se disputó en Brasil. Las opitas llegaron hasta la, esta vez al mando de Albeiro Erazo, lograron sobreponerse a Audax, de Brasil; Unión Española, de Ecuador; Peñarol, de Uruguay, e Iranduba, de Brasil, y pasaron al encuentro final, en la que se midieron al local Santos e hicieron historia.PUBLICIDADOtras noticias de Santa Fe

Era una lucha desigual. Si bien el plantel tenía la experiencia de varias de las primeras futbolistas que llevaron a Colombia a un mundial, era difícil prever que Huila podría vencer. Sin embargo, el 2 de diciembre, en la definición por penaltis, el conjunto de Neiva se consagró campeón de la Libertadores Femenina. Rodallega, por supuesto, fue inicialista en ese juego.

“En el segundo tiempo, físicamente, ya no respondíamos, pero el deseo de ganar ese torneo fue lo que nos motivó y llegó el empate para irnos a penales”. Rodallega fue la primera en patear. El remate fue adentro, como el de todas las colombianas. La final la decidió el cuarto cobro de Santos, cuando la estadounidense Angelina Alonso falló. Daniela Solera atajó el balón y luego Yoreli Rincón cumplió desde los once pasos. “Salió a festejar con todas. Hubo abrazos, lágrimas, saltos, gritos. Mucha emoción”, apunta Rodallega. Y a pesar de que 2018 cerró como un año histórico para el fútbol femenino colombiano, el torneo de 2019 presentó el primer retroceso: la cancelación, por denuncias de acoso y abuso.

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Después de una serie de asambleas en las que se acordó adoptar varias medidas para la no repetición, como la creación de una comisión especial entre las jugadoras, encabezada por Isabella Echeverri, se tomó la decisión de continuar el torneo, y aunque varios conjuntos hicieron su debut ese año, la competencia de 2019 tuvo veinte equipos y solo 74 partidos. A partir de ese campeonato, en el palmarés del torneo empezó a aparecer el nombre de América de Cali, un equipo que se ha caracterizado por respetar los procesos y que, desde entonces, ha estado liderado por Andrés Usme.

“El fútbol femenino nace por obligación, por una norma Conmebol que obliga a los equipos masculinos que van a participar en sus torneos, como la Libertadores o Suramericana, a tener equipos femeninos”, comenta el estratega. “América, sin estar en estas competencias, quiso participar en la liga porque desde el principio creyó en el proyecto”. El plan ha traído sus frutos, pues en la Liga Profesional Femenina ha sido campeón en 2019 y 2022 y subcampeón en 2020; y en la Copa Libertadores Femenina ocupó el tercer lugar en 2019 y fue subcampeón en la edición de 2020.

El secreto de la brillante actuación en los últimos años, apunta Usme, se debe a “una apuesta fuerte que le hicimos a ser un equipo que pudiera evolucionar, tuviera más la pelota y fuera más protagonista en el juego”. En Colombia, el fútbol femenino empezó a mostrar sus primeros esbozos de un estilo. Y cuando no había armas para contrarrestar el poder de los grandes, como les pasó a las escarlatas contra Corinthians en esa Copa de 2019, el equipo sabía replegarse y adaptarse tácticamente a las circunstancias.

Ahora, añade Usme, América es un equipo mucho más ofensivo, que siempre está en busca del arco rival y está consolidando un estilo y un modelo de juego. Esa es la apuesta. “Seguimos convencidos de que debemos tener una columna vertebral en el equipo con las jugadoras de experiencia, pero debemos darles protagonismo a las futbolistas jóvenes, que se han ido formando en el plantel. Ese es nuestro proyecto”, dice el entrenador vallecaucano.

Aunque afuera los equipos brillaban y se consolidaban, la crisis en la Liga Profesional Femenina persistió en 2020. Y el panorama se agudizó con la pandemia. Finalmente, con diversas medidas de bioseguridad por el covid, se disputó el torneo del 17 de octubre al 13 de diciembre y con solo trece equipos. Santa Fe, que fue el campeón en esta edición, solo disputó catorce partidos. En 2021 el saldo rojo de la liga femenina continuó y solo once clubes confirmaron su participación.

Según un informe realizado y publicado por la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), ese año fue la peor edición de la Liga Profesional Femenina, por las condiciones salariales. “En 2021 solo cinco clubes (Santa Fe, América, Cali, Millonarios y Nacional) formalizaron contratos y afiliaron a la seguridad social a todas sus futbolistas, los otros seis equipos hicieron un contrato solo a una parte del plantel u ofrecieron auxilios económicos a las futbolistas”, señala el documento. Además, advierte la asociación, “algunos clubes terminaron los contratos laborales antes de la fecha estipulada. Lo hicieron cuando quedaron fuera del torneo”.

Por eso, la liga de 2022 fue una sorpresa. A mitad de año se organizaba la Copa América, que se disputa actualmente en nuestro país, y el Gobierno Nacional y la Dimayor hicieron un campeonato sin precedentes con solo 17 equipos, pero con 150 partidos y una fase de todos contra todos. La inversión tuvo su recompensa con un récord de asistencia en la final disputada entre América y Deportivo Cali en el estadio Pascual Guerrero, que se jugó ante 39.000 espectadores.

Parecía que el esfuerzo se replicaría en el segundo semestre, pero la Dimayor canceló el campeonato por falta de apoyo de los clubes. El Ministerio del Deporte alegó que el Gobierno había puesto recursos, que la plata estaba y el torneo podría realizarse, pero la decisión está en veremos.

Un limbo con el que las futbolistas colombianas han tenido que transitar la profesionalización de su deporte. Una incertidumbre que persiste, a pesar del campeonato internacional de Huila, del proyecto de América y la constancia de Santa Fe, que también fue subcampeón de la Libertadores en 2020. Hasta ahora solo se han disputado cinco ediciones de la liga profesional y Colombia ya se ha vuelto exportadora de jugadoras a Europa. En las selecciones juveniles, futbolistas como Linda Caicedo y Gisela Robledo, surgidas y consolidadas en los equipos de la Liga Femenina, protagonizan el relevo generacional de esa primera camada de futbolistas que logró la gesta de llevarnos a un Mundial sin tener un campeonato profesional.https://9b66dcb317a26042342f545e93a3b5f2.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

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Es difícil hablar de un modelo de juego en el balompié femenino, cuando a las jugadoras de nuestro país todavía no se les garantizan plenamente las condiciones para jugar a la pelota. La lucha continúa, a pesar de la falta de patrocinio y los calendarios indefinidos, porque este campeonato ha sido la puerta para muchas deportistas colombianas. “Es algo por lo que se había trabajado por muchos años, sobre todo de esas jugadoras que llevaban mucho tiempo luchando por este espacio. Es inestable, pero ha sido un paso gigante y tenemos la obligación de seguir peleando por nuestro torneo”, apuntó Rodallega.

La lucha por la profesionalización del fútbol femenino en Colombia

Foto: El Espectador

FUENTE: EL ESPECTADOR


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