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diciembre 6, 2021

Lucía González: la comisionada que “se le paró” a Uribe


Su enfrentamiento con el expresidente Álvaro Uribe durante un encuentro con el presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux, y el comisionado Leyner Palacios le hizo ganar un reconocimiento, sobre todo entre las mujeres, que se sintieron reinvidicadas en su reclamo y su actitud de no quedarse callada frente a uno de los hombres más poderosos del país.

Todo empezó mal ese lunes festivo 16 de agosto. Desde el día anterior, el expresidente Álvaro Uribe Vélez había tergiversado la naturaleza del encuentro para seguir negándole la legitimidad a la Comisión de la Verdad, había cambiado las reglas de juego en cuanto a la publicidad que tendría el diálogo y montó una puesta en escena en su finca de Rionegro (Antioquia), para quedar en nivel de superioridad ante el presidente de la Comisión, Francisco de Roux. Pero lo que detonó la tensión fue la pregunta airada del exsenador: “¿Y es que ustedes también van a hablar?”. Lo hizo cuando la comisionada Lucía González intentó hacerle una pregunta. En el mismo tono ella le contestó: “Sí, somos comisionados en igualdad de condiciones al padre Francisco de Roux”. Ese fue el comienzo de varias agresiones que el expresidente y sus hijos le hicieron a esta arquitecta dedicada al mundo del arte, durante las cinco horas que duró el encuentro.

“A un hombre no le hace lo que me hizo a mí”, dijo días después en entrevista a este diario. Ahí narró varias agresiones más de los hijos de Uribe que no se vieron en cámara. Estaba indignada porque consideraba que esa era apenas una expresión de la violencia patriarcal tan afianzada en las bases del conflicto armado interno. Sus respuestas, lejos de ser altisonantes, reflejaron el espíritu de dignidad del que iba investida la Comisión de la Verdad y que pretendieron desconocer “los hombres de la casa” que ella visitaba y en la que habitaba una de sus amigas cercanas, Lina Moreno, esposa y madre de sus agresores.

Las agresiones y las respuestas de Lucía González no fueron una anécdota más del accidentado encuentro. Fueron, en cambio, la expresión de lo que el uribismo y el mismo Uribe han pretendido hacer contra la Comisión de la Verdad y las otras entidades del Sistema Integral para la Paz, creadas por el Acuerdo Final: desconocer, negar, atacar, aniquilar. Cuatro meses después, la comisionada está convencida de que con este episodio ganaron ella y la Comisión.

Ella ganó un reconocimiento de cientos y cientos de mujeres que aún la siguen abordando para felicitarla y agradecerle por haber enfrentado de esa manera a uno de los hombres más poderosos del país. Muchas se sienten representadas en ella y la abrazan por haber puesto la cara y no callar. “Tengo mi conciencia tranquila y me siento fuerte para responder a amenazas e insultos”, repite en su apartamento en Bogotá, repleto de plantas y con unos inmensos ventanales que exponen de manera excepcional la ciudad.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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