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octubre 14, 2021

Que una letra no haga la diferencia


¿Qué puede pensar una niña al enterarse de lo amenazantes que pueden ser los lugares que habita?

Ser mujer, así como construirse desde lo femenino, es un reto que a diario y desde hace muchos años vivimos de diferentes formas y en distintos contextos. Crecer en sociedades que, por acción u omisión, limitan nuestras oportunidades y desarrollo integral como personas es una constante que nos obliga a mirar de frente el entorno hostil al que nos enfrentamos.

En un país donde las condiciones de desigualdad y violencia son alarmantes, este tema no puede ser ignorado. Según el Observatorio ‘Contando lo Invisible’, de Fundación PLAN, 8 de cada 10 menores de edad víctimas de violencia sexual, son niñas y, si vemos en detalle, en Colombia cada hora dos niñas son víctimas de este delito, una cifra intolerable para cualquier país. Lo anterior equivale a que, mientras gran parte del país ve el noticiero del mediodía por televisión –que puede durar unas 2 horas–, en ese mismo lapso 4 niñas han sido violentadas sexualmente. Preocupa muchísimo además que el 67 % de los casos de agresión sexual hacia las niñas ocurren en su propia casa.

En 2020 3.517 niñas víctimas de violencia sexual se convirtieron en madres. Estas son niñas que en un 90 % van a abandonar la escuela, limitando así sus posibilidades de tener un futuro próspero. Asimismo, cabe la posibilidad de que, como resultado de la violencia sexual vivida, terminen unidas a temprana edad con sus agresores, limitando así sus posibilidades de estudiar, trabajar y de algún día tener autonomía económica, dado que las adolescentes y jóvenes entre los 13 y 19 años, cuando están unidas o casadas tempranamente, realizan 89 % más actividades del hogar que los hombres, reduciendo así el tiempo para otro tipo de actividades.

Ángela Anzola de Toro

Presidenta de la Fundación PLANFoto:

Archivo particular

Más allá de esta epidemia de violencia sexual, estamos hablando de que sus vidas corren peligro. Según cifras de la Fiscalía, 244 niñas fueron asesinadas entre 2015 y 2021 debido a su género. Esto, según el Observatorio Regional, ‘La Realidad de las Niñas’, de PLAN International, lanzado el pasado 11 de octubre, ubica a Colombia como el cuarto país con mayor incidencia de feminicidios de este tipo en la región. Pero la violencia no se limita a los colegios y a las calles: el 67 % de las niñas y mujeres jóvenes han experimentado también alguna forma de acoso en línea.

¿Qué puede pensar una niña al enterarse de lo amenazantes que pueden ser los lugares que habita? ¿Cómo afecta esta situación su crecimiento e infancia? Les estamos haciendo un daño irreparable a las niñas, y no a todas por igual, como siempre si es una niña afro, o con discapacidad, o víctima de desplazamiento, se van sumando condiciones que tristemente empeoran su situación de vulnerabilidad. Es por esto que PLAN conmemora cada 11 de octubre el Día Internacional de la Niña, para visibilizar esta discriminación.

No quiere decir lo anterior que los niños no vivan también situaciones de violencia y exclusión. En general, la infancia en Colombia sufre mucho, pero no podemos desconocer que las cifras nos deben llamar la atención frente a situaciones que están afectando de forma particular a las niñas, y que, aunque Juan y Juana enfrentan ambos el riesgo de ser víctimas de violencia sexual, es muchísimo más probable que sea Juana quien sufra este delito. Que la diferencia entre “Juan” y “Juana” no es solo una letra (porque una letra no debería hacer la diferencia) sino que las niñas y mujeres están más expuestas a violencias y situaciones que atentan contra su integridad.

Por eso la necesidad de observatorios como ‘Contando lo Invisible’ o ‘La Realidad de las Niñas’, para que las cifras nos abran los ojos y nos rompan un poco los corazones. No podemos permanecer impávidos ante tanta adversidad y violencia contra las niñas. #QueUnaSolaLetraNoHagaLaDiferencia.

ÁNGELA ANZOLA DE TOROPresidenta de la Fundación PLAN y miembro del Comité de Política Pública de Women In Connection.

FUENTE: EL TIEMPO


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