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junio 15, 2021

Las mujeres y las labores del cuidado después de dejar las armas


‘Voces del cuidado’ es una exposición virtual que recopila la memoria de cientos de mujeres que dejaron las armas y sus reflexiones sobre el rol de la economía del cuidado en territorios de paz. Cerca de 500 personas, entre hombres y mujeres, participaron en el proyecto.

Tras dos años de trabajo en 15 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), las memorias y reflexiones de mujeres excombatientes sobre las labores del cuidado no remunerado quedaron plasmadas en la exposición virtual ‘Voces del cuidado’. Las mujeres firmantes de paz relatan, por medio de testimonios y fotografías, cómo viven esta experiencia después de la dejación de armas.https://buy.tinypass.com/checkout/template/cacheableShow?aid=ZUhps7eupu&templateId=OT2IN7DCZL5K&offerId=fakeOfferId&experienceId=EX3THJOL7SXP&iframeId=offer_fd92ea37412883b64097-0&displayMode=inline&pianoIdUrl=https%3A%2F%2Fid.tinypass.com%2Fid%2F&widget=template

El trabajo del cuidado no remunerado, que recae tres veces más en las mujeres que en los hombres, según el DANE, representa cerca del 20 % del PIB nacional en Colombia. Es decir, si labores como el aseo doméstico, el cuidado del hogar y de niños y adultos mayores fueran remuneradas, sería la mayor actividad económica del país, superando al comercio (18 % del PIB) o la salud (12 %).

De acuerdo con la Fundación Fescol, en las zonas rurales, las mujeres, principalmente campesinas, dedican cinco horas diarias más que los hombres al trabajo del cuidado no remunerado. En Colombia, la medición de la economía del cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales empezó a realizarse tras la promulgación de la Ley 1413 de 2010.

Una de las reflexiones documentadas viene desde el ETCR de Anorí (Antioquia) y narra cómo se ha transformado la distribución de estas labores tras el desarme. “Al principio, el cuidado era cuidado colectivo. Que si alguien no estaba, se le cuidaba la casita, se le guardaba la comida, se le guardaba la ropa. En la sociedad está marcado que es la mujer, pero aquí se ha creado que el cuidado no se debe solamente a la mujer, aquí se mira que haya equidad entre hombres y mujeres”, asegura una de las mujeres exguerrilleras.

Victoria Catamo pertenece al Comité de Cuidado de Farc, aunque no es firmante de paz, ha acompañado de cerca la creación de este Comité encargado de la pedaagogía y coordinación de planes al rededor de las labores del cuidado en mujeres en proceso de reincorporación. De la mano, en los diferentes ETCR como Dabeiba (Antioquia) y Vista Hermosa (Meta) se han conformado los Comités Territoriales de Cuidado. A partir de estos comités, las mujeres firmantes de paz se han concientizado de la necesidad de familiarizarse con la agenda de protección y garantía de derechos de las mujeres, en especial los relacionados al trabajo de cuidado no remunerado aterrizado a las características de cada territorio.Nuestras primicias en Google News

Pese a que las experiencias de las mujeres excombatientes varían según su edad, al frente al que pertenecieron y las labores que ejercían, en la guerra los trabajos domésticos, aseguran, “eran de todos. Cada uno lavaba su ropa, su equipo, nos rotábamos la cocinada”. Esto cambió cuando dejaron las armas, cuando se establecieron las familias y cuando empezaron a vivir también en comunidad. No comenzaron desde cero, pues los compañeros conocían las labores básicas de cuidado en el hogar, pero esta vez la vida productiva, campesina y agrícola establecida en un territorio obligó a las mujeres a atender estas labores o a doblar su tiempo, entre el hogar, los cultivos, la panadería, la producción y el cuidado de los niños.

Especialmente, esto último, el cuidado y atención a la primera infancia es una de las reflexiones y también peticiones más grandes de las mujeres en proceso de reincorporación. Según ellas, es necesario que los proyectos productivos sean planteados no solo desde un enfoque de género sino que se incluya el enfoque de cuidado. “Necesitamos espacios para los niños, cerca del terreno para estar con ellos, pero también para que podamos trabajar. Adecuar nuestros espacios rurales, eso es fundamental”, dijo una de ellas.

“Las mujeres reconocen que gracias a este proceso de formación no es normal y no es una responsabilidad única de las mujeres las labores de cuidado. Hubo un gran cambio en lo cotidiano, ellas hablaron con sus parejas sobre esto, y aquí se involucraron y asumieron que era parte de su responsabilidad, que debían comprometerse con estas labores”, aseguró una de las voceras que participaron en el proyecto.

“Construyendo paz: procesos de reincorporación desde los sistemas de cuidado con perspectiva de género en los Antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación – AETCR” se realizó en el marco de un trabajo conjunto entre las Agencias de Naciones Unidas, PNUD, UNICEF, ONU Mujeres, el Consejo Nacional de Reincorporación FARC y la Agencia para la Reincorporación y Normalización. Asimismo, con las organizaciones ‘Juntos construyendo futuro’, la Liga Internacional de Mujeres por la paz y la libertad (LIMPAL Colombia) y la Kolectiva Feminista de Pensamiento y Acción Política.

Gisella Leguizamo, una de las mujeres que participaron en el proyecto en el ETCR de Iconozo, narra lo siguiente: “Nosotras venimos de una lucha en la cual no identificábamos los roles que nosotras teníamos que cumplir. No teníamos hijos y las que teníamos no los podíamos tener a cabalidad como ahora, estábamos dedicadas a otras actividades. No había ningún tema de familia ni oportunidad de trabajar con los niños. Ahora esto es muy nuevo, un proceso muy bonito. Y que se pudo identificar que el tema del rol de mujer, el cuidado y autocuidado no es solo para nosotras. En este caso pudimos identificar con los compañeros que el trabajo es compartido. Porque algunos compañeros olvidaron cómo era antes (en la guerra) y entonces quieren que todo lo haga la mujer”.

Uno de los componentes que tuvo este proyecto fueron los procesos formativos y ahí se creó la Escuela María Cano, que nació como un proceso de formación y de incidencia política que aporta a la reincorporación de mujeres excombatientes desde la reflexión y la cualificación política. En esta ocasión, la Escuela puso su énfasis en el cuidado como una dimensión central del bienestar social, un derecho y una herramienta política para la incidencia de las mujeres.

Por medio de tres módulos temáticos, se capacitaron a 47 mujeres y 5 hombres de los ETCR priorizados (Iconozo, Aguabonita, Yarí, Colinas y Dabeiba) por medio de guías pedagógicas, videos explicativos y audios para facilitar el acceso a los contenidos de las mujeres que tenían dificultades con la lectura.

Sesiones en el proceso formativo sobre la economía del cuidado y el bienestar colectivo realizado desde la Escuela María Cano.Cortesía

De acuerdo con la representante de ONU Mujeres, Bibiana Aldo, trabajar juntas para sostener la paz en medio de un contexto de violencia ha sido difícil especialmente para las mujeres. Aldo indicó que la pandemia exacerbó su tiempo en el hogar, y por ende, sus responsabilidades domésticas no remuneradas: “Sin escuelas y con la saturación el sistema hospitalario, las mujeres han hecho de cuidadoras, profesoras, madres y trabajadoras. Los cuidados no pueden seguir considerados como una externalidad sino un factor clave para el desarrollo”.

“Junto a los niños, niñas, adolescentes y las mujeres se realizaron diversas actividades de empoderamiento sobretodo. Eso fue lo que más me gustó, porque el trabajo de las mujeres es muy importante. Las mujeres aquí podemos con todo y a esto hay que sumarle los trabajos en casa que nos recaen a nosotras. Fue muy bonito escuchar a las otras mujeres, todas con nuestros hijos y reflexionar sobre el cuidado colectivo y el autocuidado. Nosotras no paramos acá, hay que seguir conociendo sobre nuestros derechos y darle seguimiento al proyecto aquí en ETCR. Esta visto como natural que las mujeres nos dediquemos a las labores del cuidado pero no es así, nosotras también nos tenemos que preparar”, fue el testimonio de Nidia, firmante de paz, y que hace parte del Comité de Cuidado Territorial de Yarí.

Con esta iniciativa en los 15 ETCR se buscó desarrollar un modelo replicable que pusiera en el centro la atención y cuidado de los niños y también la promoción del empoderamiento social y económico de las mujeres. Por este motivo, se llevaron a cabo los Círculos de Cuidado entre Mujeres, que les permitió compartir sus experiencias, opiniones y testimonios con otras mujeres. Esto, aseguran ellas, es un espacio para construir tejido social y seguir apostándole a la paz.

“Hemos aprendido que el cuidado es individual, colectivo, es con la familia y con el medio ambiente”, aseguró una de las mujeres en proceso de reincorporación del ETCR del Yarí (Meta), quien además hizo un llamado para que se implemente a cabalidad las medidas de género planteadas en el Acuerdo de paz, una deuda para ellas y sus comunidades.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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