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junio 11, 2021

Beatriz Cano, el legado de la comunicadora de los pueblos del Cauca


La mujer de 35 años, quien murió el pasado 7 de junio tras ser víctima de un atentado en Santander de Quilichao, había pasado los últimos siete años denunciando, en un programa radial, la violencia contra los indígenas nasas.

El último tema que Beatriz Elena Cano Uribe alcanzó a reportear en su oficio como periodista fueron los abusos policiales cometidos en el marco del paro nacional, que ya completa 44 días. En las últimas semanas enfocó varios de sus programas en la emisora comunitaria Radio Payumat, del norte del Cauca, en la violencia que vivió la minga indígena el pasado 9 de mayo en el sector de Ciudad Jardín, en el sur de Cali. “Lo más importante de lo que está pasando en este momento son los asesinatos, eso tenemos que denunciarlo”, dijo en una entrevista 15 días después.https://buy.tinypass.com/checkout/template/cacheableShow?aid=ZUhps7eupu&templateId=OT2IN7DCZL5K&offerId=fakeOfferId&experienceId=EX3THJOL7SXP&iframeId=offer_fd92ea37412883b64097-0&displayMode=inline&pianoIdUrl=https%3A%2F%2Fid.tinypass.com%2Fid%2F&widget=template

Beatriz tenía 35 años y llevaba siete de ellos viviendo en zona rural de Santander de Quilichao, desde donde sembró raíces junto a la comunidad indígena nasa, que la acogió como una más desde que decidió dejar su ciudad natal, Medellín, para aportar desde su profesión a la comunicación de los pueblos ancestrales. De hecho, el pasado viernes 4 de junio, cuando fue víctima de un atentado, ella se desplazaba hacia el cabildo indígena de Canoa, donde recogería testimonios y entrevistas para hacer un documental sobre los 50 años de la comunidad.PUBLICIDAD

Esa mañana Beatriz viajaba junto a su hija de cinco años y César Galarza, otro comunicador de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), cuando un grupo armado comenzó a disparar contra unos policías que estaban sobre la carretera del casco urbano de Santander de Quilichao en medio de un retén. “Era un retén de rutina donde nos pedían las cédulas. Cuando ya nos iban a dar paso para que siguiéramos en el carro, comenzó a sonar el estruendo de los disparos. Al principio yo pensé que era pólvora, hasta que sentí que me hirieron los pies”, cuenta Galarza, uno de los sobrevivientes. Según testigos, quienes dispararon pertenecen a las disidencias de las Farc, sin embargo, las autoridades están investigando los hechos. Se ofreció una recompensa de 100 millones de pesos.

Los pocos instantes que Galarza recuerda, antes de despertar en un hospital, son confusos. “Después de que noté que estaba herido, volteé a ver a Beatriz y estaba agonizando en el suelo con muchas heridas. Luego miré a la niña, que es mi primita, y vi que había recibido varias esquirlas en un ojo. Como pude, alcancé a sacar mi teléfono y envié varios mensajes pidiendo ayuda en mi estado de WhatsApp. Intenté poner a salvo la niña lanzándola más hacia el carro, pero inmediatamente me desmayé”, narra apresurado.

En ese atentado también fueron asesinados dos patrulleros de la Policía y dos civiles más. : Carlos Delgado Jiménez y María Isabel Angulo Rivera, que efectuaban el retén y Aleida Perafán y Juan David Guegue, ambos integrantes de la ACIN y autoridades indígenas. Beatriz, que recibió tres impactos de bala, fue trasladada a la Fundación Valle del Lili, en Cali, donde le diagnosticaron muerte cerebral por la gravedad de las heridas. Falleció el 7 de junio en ese centro médico.Nuestras primicias en Google News

La muerte de Beatriz luego del atentado ha sido una fractura para el Tejido de Comunicación de la ACIN, de la que ella hacía parte junto a otros siete comunicadores. Con ella ya son dos periodistas asesinados en menos de un año, en el norte del Cauca. El otro fue Abelardo Liz, quien trabajaba en la emisora Nación Nasa Estéreo y también pertenecía a la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca. El 13 de agosto del 2020, mientras registraba con su celular una confrontación entre la Fuerza Pública y comunidades indígenas en la Quebrada Seca (municipio de Corinto), recibió tres impactos de bala justo del lado de donde el Ejército disparó. Al igual que Beatriz, denunciaba el recrudecimiento del conflicto armado en la región y el incumplimiento del Acuerdo de Paz firmado en 2016, que han reclamado las comunidades. Ninguno de los dos había recibido amenazas.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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