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mayo 18, 2020

206 personas LGBT han muerto violentamente en la última década en el Caribe


La próxima semana se lanzará el informe “Contra la pared”, que retrata la situación de derechos humanos de las personas LGBT en el Caribe colombiano entre 2007 y 2019. La violencia se concentra principalmente en Atlántico y Bolívar y continúa la inoperancia estatal para investigar estos casos.

Entre 2009 y 2019 en el Caribe colombiano se han podido identificar 206 muertes violentas contra personas LGBT, muchas de ellas por prejuicios. De estas muertes, 190 se identificaron como homicidios o feminicidios (118 casos contra hombres y 72 casos contra mujeres), 8 suicidios motivados por prejuicio y 8 muertes posquirúrgicas, siendo los hombres gais, las mujeres trans y las mujeres lesbianas las poblaciones cuyos casos más se han registrado. Atlántico y Bolívar son los departamentos que concentran la mayoría de casos. 

¿Qué significa la violencia de prejuicio? Son aquellas agresiones motivadas por los prejuicios relacionados con las orientaciones, identidades y expresiones de género diversas. Estas ideas prejuiciosas y discriminatorias intentan sustentar los abusos hacia personas LGBT  y actúan como mecanismos de normalización y legitimación de la violencia. Es decir, una persona agrede a otra LGBT para “restablecer el orden heteronormado” y ve a su víctima desde un lugar de inferioridad.

De acuerdo con el informe “Contra la pared”, en la región Caribe han sido más visibles las muertes ocasionadas a mujeres trans y hombres gais, quienes en la mayoría de casos tenían un mayor acercamiento a lo femenino, “deduciendo así que lo que los perpetradores buscan aniquilar no es solo la orientación sexual o la identidad de género sino cualquier acercamiento a la feminidad o que ponga en riesgo las construcciones hegemónicas de patriarcado y masculinidad clásica”, concluye el informe. 

/ Ilustración informe “Contra la pared” 

Y aunque las mujeres lesbianas han sido agredidas en menor proporción que los hombres gais, la violencia contra ellas también está influenciada por el sistema patriarcal. “En la mayoría de los casos las matan cuando su expresión de género es asociada a la masculinidad o cuando públicamente se hacen visibles con mujeres como pareja, en muchos de estos casos las muertes son ejecutadas por exparejas hombres. En estas acciones de las mujeres lesbianas el sistema patriarcal ve un riesgo la construcción de lo masculino como lugar de poder y de la mujeres como reproductora, y ejecuta las acciones correpondientes para eliminarlo”. De hecho, hay testimonios de mujeres lesbianas que relataron que cuando tuvieron hijos estas violencias por prejuicio cesaron. Se cree entonces erróneamente que el hecho de ser madres las valida como “mujeres”.

Las amenazas se llevaron a cabo principalmente a través de dos medios de intimidación: los panfletos distribuidos en lugares públicos y los demás medios escritos o verbales, tales como las llamadas telefónicas, mensajes de texto. En ambas modalidades se hicieron evidentes los prejuicios hacia la población LGBT y que son asociados a estereotipos negativos como la promiscuidad, las enfermedades de transmisión sexual y las actividades delictivas. Las amenazas estuvieron acompañadas de expresiones despectivas como “maricas”, “areperas”, “promiscuos”, “desviados” o “pervertidos”.

Gran parte de las acciones violentas hacia las personas LGBT fueron ejercidas por la Fuerza Pública, principalmente por parte de miembros de la Policía, en donde el empleo de armas se usa como una estrategia para infringir temor, agredir y eliminar, así como para establecer jerarquías, concluye el informe “Contra la pared”. Así, por ejemplo, un hombre gay fue detenido y llevado a un CAI por policías en razón de que no portaba cédula. Luego de estar en el CAI, la víctima fue esposada a un árbol, sometida a tratos crueles y degradantes como el que un patrullero le orinara y otros uniformados le golpearan con bolillos. 

/ Ilustración informe “Contra la pared” 

“La Policía es muy violenta, muy agresiva con las personas que ejercen el trabajo sexual, no solo con las chicas trans sino con las demás mujeres también (…) siempre es la misma escena: me retiran del espacio público sin ningún argumento, sin ninguna justificación, me prohíben estar en una zona, en un sector y de una manera agresiva, violenta e intimidante me retiran del espacio público, y yo como conozco los derechos en temas de abusos, y esas veces ha habido agresiones físicas”, agregó una mujer trans en su testimonio.

De acuerdo con el informe, la materialización de las agresiones policiales se da por acción (se vulneran los derechos de las personas LGBT) y por omisión (cuando los uniformados no atienden los llamados de atención de personas LGBT que se encuentran en riesgo o en situación de vulnerabilidad).

Pero al igual que la Policía, los particulares también agreden a las personas LGBT. Pese a que estos actos constituyen del delito de discriminación, castigado penalmente en Colombia, las agresiones son en su mayoría verbales y físicas,que derivan en lesiones personales o en tentativas de homicidio o feminicidio. En el 2019, en el Caribe Colombiano se documentaron 4 casos de lesiones personales: todas a mujeres trans. Un hombre gay relató, por su parte, que le gustaba ir a las playas de Marbella en Cartagena por las mañanas pero dejó de hacerlo por miedo a la discriminación. “Me gusta caminar en las mañanas, pero empezaron a ir personas que me molestaban e insultaban por ser gay, entonces dejé de ir”, narró en el informe.

En medio de este panorama, el informe “Contra la pared” concluye que los grupos y subgrupos LGBT han sido históricamente vulnerados en el marco del conflicto colombiano (y lo siguen siendo en espacios donde el posconflicto ha mutado en otras violencias, con los mismos y distintos actores) por grupos armados al margen de la ley y por la Fuerza Pública. “Y ante estas vulneraciones, la respuesta del Estado ha sido precaria, lenta y revictimizante. Sin embargo, en todos los territorios la población LGBT resiste; en el Caribe colombiano las comunidades diversas se niegan a desaparecer y se niegan, sin garantías suficientes, a transformarse en el ideal del patriarca que despoja de las tierras y de los cuerpos”. 

FUENTE: EL ESPECTADOR


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