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noviembre 1, 2019

Cinco artículos para recordar a Alfredo Molano Bravo


Una entrevista a Fernando Savater, una crónica por Sicilia (Italia), una investigación sobre el Che Guevara, su homenaje a Jaime Garzón y su visión sobre el proceso de paz entre el gobierno Santos y la guerrilla de las Farc son algunos de los artículos emblemáticos del periodista en El Espectador.

Alfredo Molano Bravo dejó 27 libros que cuentan su vida y obra alrededor de sus travesías y las historias que escuchó y narró sobre el conflicto armado en Colombia. Nelson Sierra G.

Alfredo Molano Bravo fue caminante de territorios escondidos, de historias profundas, de sucesos trágicos. Molano fue la voz de los desaparecidos, de los asesinados, de los estigmatizados. Su obra está custodiada de memorias, de caminos andados y desandados, de madrugadas en los que el alba dictaba la palabra a seguir. Sus investigaciones, miradas y reflexiones se plasman en su decir, en su decir que más que oral era escrito, era narrado con las sensaciones del instante, con los dolores, las molestias, el sudor, el frío y la soledad.

La muerte de Jaime Garzón

Molano y Garzón se vieron por última vez el jueves 12 de agosto de 1999 en Medellín. Al día siguiente el país se despertó con la noticia del asesinato del periodista bogotano. Su risa, que era la risa de toda la nación, la risa vestida de sátira y crítica a la política, era callada por las Autodefensas, por las llamadas “fuerzas oscuras” que habitan en el poder. “La memoria de Garzón debe perpetuarse en la negociación real, no en la retórica farisea sobre la paz. Sobra seguir llorando sobre los cadáveres de los nuestros”, afirmaba Alfredo Molano el domingo 15 de agosto en las páginas de El Espectador. Su dolor hizo eco entre las calles y las montañas que recorrió. La nación estaba de luto. No hubo tiempo para reír. 

En este enlace puede leer el artículo escrito por Alfredo Molano sobre la muerte de Jaime Garzón

La investigación del Che Guevara

“Que esta utopía misionera impregnó la ideología del Che es innegable: la igualdad social, la justicia económica, la autonomía política, la lucha contra la brutalidad de los imperios, la apelación a las armas. ¿No son estas las banderas que el Che levanta en Guatemala en 1954, en Cuba en el 59 y el 62, en el Congo en el 65 y en Bolivia en el 67? No es difícil imaginar los interrogantes que a Celia debió plantearle la historia de las Reducciones y el afecto que pudo estimular por ellas en su hijo”, escribió el sociólogo en una de las entregas que realizó para este diario en octubre de 2007 sobre la vida y el testimonio de Ernesto “Che” Guevara, uno de los artífices y líderes de la revolución cubana y del fenómeno guerrillero que surgió en América Latina en la década de 1960. En la investigación, Molano escudriña las huellas del argentino para ilustrar el recorrido que realizó en 1967, año en el que fue asesinado en Bolivia mientras comandaba al Ejército de Liberación Nacional de Bolivia.

Lea aquí el texto de Alfredo Molano sobre los últimos meses de vida del “Che” Guevara en Colombia, Perú y Bolivia

Un diálogo entre Alfredo Molano y Fernando Savater

El filósofo español, que estuvo en el 2012 entregando los Premios de Periodismo Simón Bolívar, conversó con Alfredo Molano sobre las corridas de toros. Savater expuso que el toreo hace parte de una tradición, que su prohibición es una violación a la libertad de opinión, que el gusto por esta actividad no podía ser un tema político porque no es tema de alguien o de un gobernante que una persona sienta gusto por los eventos taurinos. Molano, que con sus preguntas otorgaba un tono “humanista” sobre los debates entorno a los animales, llevó la entrevista a una serie de reflexiones sobre las transformaciones de sociedades de lo rural a lo urbano, de las concepciones sobre lo que es arte, sobre las construcciones culturales que existen alrededor de otros seres vivos, de las nociones de mascotas o animales salvajes, sobre sus derechos y sobre la figura del taurino y su asociación para algunos como la de un héroe.

Crónica en Sicilia

Molano afirmaba: “Todo desembarco es desconcertante. Nunca se es tan consciente de la débil línea que divide el presente del pasado como en el momento de echar pie a tierra. En Sicilia, esta sensación es aún más abrumadora porque no se trata de un tiempo personal, sino histórico: se llega a un puente entre dos mundos y entre dos épocas”.  

Esta crónica, que hace parte del libro Otros rumbos (Áncora editores), y que incluye varios relatos de viajes por múltiples países de Europa, se publicó en el 2012 en El Espectador tras una de las odiseas que Molano estaba acostumbrado a realizar. Largas jornadas de peregrinaje nos acercaron a las zonas en las que antaño los gremios más temidos de la mafia italiana se reunían para controlar sus negocios como terratenientes y manipular las leyes locales con el fin de ocultar sus crímenes a lo largo del siglo XIX y mitad del XX.

Un análisis al proceso de paz

Ya se ha dicho: quien quiera conocer la historia del conflicto armado en Colombia tendrá que pasar por los archivos, los libros, el testimonio de Alfredo Molano Bravo. Él, como pocos, se puso sus tenis de tela, se vistió con un jean, una camiseta, un buso y una mochila y emprendió sus viajes por los municipios, corregimientos y selvas que fueron condenados por mucho tiempo al olvido. Molano hizo presencia donde el Estado nunca se acercó. Él, con lo que vio, caminó, leyó y escuchó, se convirtió en una de las voces más importantes para analizar y discutir sobre lo que se pactó en La Habana entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc.

En este análisis, el sociólogo y periodista nos lleva a la Colombia de 1940. Nos recuerda las guerras entre liberales y conservadores. Nos habla del 9 de abril que recuerda con claridad y nos muestra, paso a paso, las metamorfosis de un país que, pese a sus giros, seguía ligado a una tradición política y a una cruda herencia de la guerra auspiciada por las élites. La firma de la paz y la oportunidad que estamos dejando escapar fue, para Molano, la primera ocasión en que se dio “un acuerdo sólido” y en que el país se acercaba más que nunca a un ejercicio de “democracia plena”.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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