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agosto 16, 2019

El perdón entre exparas y exfarc en Cúcuta


En un nuevo encuentro de Colombia 2020 por la verdad en las regiones, esta vez dos excomandantes enemigos en la guerra fundieron su reconciliación con un abrazo luego de que uno de ellos reconociera que había desaparecido a gran parte de la familia del otro.

Después de cuatro horas de conversación y de verse a los ojos, ya sin armas y con muchas culpas sobre los hombros, al lado de las víctimas y llorando, el exjefe del frente Fronteras de los paramilitares, Jorge Iván Laverde, el Iguano, le reconoció a su antiguo enemigo en la guerra, el excomandante del frente 33 de las Farc, Emiro del Carmen Ropero, Rubén Zamora, que ellos asesinaron a 14 de sus familiares. “A Jorge Iván le agradezco sus palabras y puede estar tranquilo: este perdón hace tiempo se cumplió”, le respondió Zamora entre lágrimas en el evento de Colombia 2020 “Hablemos de verdad”, que esta vez se desarrolló en Cúcuta (Norte de Santander). La escena terminó con un abrazo entre dos hombres que empuñaron fusiles durante la guerra.

Al encuentro, apoyado por la Embajada de Alemania en Colombia, también asistieron las víctimas que ambos grupos armados dejaron en la región. Igualmente, el comisionado de la Verdad, Saúl Franco, y representantes de organizaciones indígenas y campesinas escucharon la verdad de los exparamilitares y exguerrilleros, pero también tuvieron la oportunidad de desahogarse, de preguntarles por qué se llevaron a sus seres queridos.

Glady Vargas fue una de las madres que tomaron la palabra para reclamar por la desaparición de su hijo de 17 años, sepultado en una fosa común y posteriormente desenterrado para incinerar su cuerpo en un horno crematorio en el corregimiento de Juan Frío, municipio de Villa del Rosario. Ella vivió además la muerte de su hermano y su padre a causa de la guerra, contó.

“Yo quiero decirle: ¿por qué no investigaban a las personas antes de asesinarlas? Así murieron muchas personas inocentes, como los cinco muchachos que se llevaron de La Parada. Le dije a usted (Jorge Iván) que mi hijo no era guerrillero, que él estaba puliendo unos carros en un taller y que de ahí se lo llevaron. Entonces, ¿cuáles eran las pruebas para acusarlo?”, le preguntó Vargas al exjefe paramilitar, quien fue responsable del hecho.

Esta no era la primera vez que Vargas se veía con Laverde, pues en los tribunales que surgieron con la Ley de Justicia y Paz tuvieron que escucharse. La mujer ya le había preguntado por qué cremaron a su hijo y Laverde le dio explicaciones, pero ante todo le pidió perdón. “Mis hijos me rechazaron por perdonarlos, pero ese ha sido el alivio más grande que yo he sentido”, le dijo esta vez una madre adolorida a un exparamilitar arrepentido.

Jorge Laverde también aprovechó este espacio para advertir que la verdad contada ante la justicia aún no ha sido revelada a la sociedad colombiana. Una de las verdades que resaltó fue precisamente la de los hornos crematorios. Este crimen atroz, dijo, hacía parte de una directriz de las escuelas de entrenamiento, con el fin de borrar el rastro y evitar que las familias denunciaran.

“En una ciudad donde a diario se ejecutaban 10, 15, 20 y hasta 40 personas en un solo día, eso le traía problemas a los comandantes de las entidades legalmente constituidas. La Fuerza Pública nos decía: ‘Desaparézcanlos, no me dejen todos esos muertos’. Era para que ellos no dañaran hoja de vida”, contó Laverde.

Por eso aclaró que la idea de incinerar a las personas asesinadas surgió luego de que miembros de la Fiscalía manifestaran que una comisión iba a desenterrarlos y que eso sería un escándalo nacional: “Ahí tomamos la decisión de incinerarlos en hornos de hacer ladrillos”. También señaló que no es cierto que en dichos hornos se haya quemado a personas vivas y que aún hay mitos de la guerra que se deben esclarecer con más encuentros por la verdad.

La desaparición forzada es solo uno de los tantos crímenes que sucedieron en esta región. Las minas antipersonales y los asesinatos selectivos afectaron a toda la población, pero de manera especial al pueblo indígena barí. Ashcaira Arabadora, líder de esta comunidad, habló sobre la necesidad espiritual de encontrar a sus desaparecidos: “Conocemos que hay muchas fosas comunes. Hemos ido a la Gobernación para contarles que sabemos dónde están. Queremos que por favor saquen esos cuerpos, pero ya no sabemos a quién más acudir”.

Además denunció que aún hay minas antipersonales en sus territorios. Rubén Zamora, excomandante del frente 33 de las Farc, reconoció que esto es cierto: “Desde luego que las usamos, pero no sabemos dónde están exactamente. Tenemos que resolver este problema cuanto antes”. El exjefe guerrillero hizo un llamado a un pacto para que nunca más se repita la violencia.

Vea: “Las Farc no tienen responsabilidad en la desaparición Henry Pérez”: excomandante Rubén Zamora

Al cierre del evento, Elizabeth Pabón, representante de la Asociación de Campesinos del Catatumbo (Ascamcat), aunque aceptó perdonar a sus victimarios, fue enfática en pedir una respuesta: ¿por qué se ensañaron contra el Catatumbo? Para responderla es necesario que se conozcan los intereses detrás de la guerra. A la postre, Laverde reiteró que la Fuerza Pública estuvo aliada con ellos, así como entidades del Estado, políticos y empresarios. “Cuando las Auc ganaban terreno, otros venían atrás comprando tierras o haciendo empresa”, puntualizó.

Finalmente, el comisionado Saúl Franco, encargado de buscar la verdad en la región, dijo que la verdad no puede ser un relato evasivo ni justificativo. “Si lo que hay son defensas o discursos, no avanzamos. Si entre todos no somos capaces de aportar a la verdad, no va a quedar bien construida, como lo merecen las víctimas”.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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