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marzo 12, 2019

María Ángela Salazar: la víctima del conflicto que buscará la verdad


Esta chocoana es la Comisionada de la Verdad para el Pacífico y desde su trabajo social de décadas se encargará de escuchar a las víctimas de la guerra en esa región del país. Abanderada de la defensa de las mujeres, María Ángela conoce en carne propia el desastre del conflicto.

Cuando María Ángela Salazar Murillo habla de violencia, víctimas, acompañamiento, apoyo social, solidaridad, parece que esas palabras fueran hechas para ella. Pero no solo eso, esta mujer de hablar pausado y orgullosa representante de la cultura afro sabe de lo que habla. Ella hace parte del grupo de once integrantes de la Comisión de la Verdad, el mecanismo creado a partir de los acuerdos de paz con las Farc con el propósito de establecer una verdad no judicial sobre los hechos ocurridos durante el conflicto armado.

Nació en Tadó, Chocó, hace 65 años y conoce la guerra como pocos. A ella no le gusta hablar mucho de eso, pero entre sus propios compañeros reconocen que ella es la voz de las víctimas en este equipo que lidera el padre Francisco De Roux.
 

María no se siente ni quiere mostrarse especial, pero sabe que sobre sus hombros reposa la esperanza de miles de víctimas del conflicto en el Pacífico por conocer la verdad. Tiene la sabiduría propia de los campesinos colombianos y no enseña títulos profesionales ni doctorados, no acredita volúmenes de trabajos escritos ni extensos documentos de análisis de conflicto, lo que María Ángela posee es aún mejor: años y años de escuchar dolores, de acompañar mujeres en la tragedia, de brindar consuelo, de dar un apoyo legal y social.

Ella misma vio de cerca el dolor. Vivió en la convulsionada región del Urabá de los años 80 y 90, en Turbo y en Apartadó. Se solidarizó con sus vecinos cuando ocurrieron las primeras masacres en las fincas bananeras Honduras y La Negra, hace ya 30 años. El campo en esa época se tiñó de sangre. Ella misma tuvo sus propias pérdidas. “Yo viví lo que fue el Urabá, estando en embarazo perdí a mi hijo, tuvimos que dejar todo, sufrimos desplazamiento forzado. Vi morir a infinidad de muchachos hijos de mis amigas, sobrinos, paisanos, conozco el sufrimiento”, dice mientras en su voz aún se percibe la huella de la tragedia.

Trabajará con las víctimas del conflicto armado en el Pacífico. ©Fotos especiales para Semana Rural.


 

Con esa carga de sensibilidad llegó para ser la comisionada del Pacífico. Por eso tiene claro qué quiere encontrar en este proceso.“El hecho más relevante que quisiera escuchar es por qué la guerra se ensañó tan fuerte con esta región y qué había detrás de esa guerra, quiénes estaban allí. Por qué un territorio que era un oasis de paz terminó de la noche a la mañana convertido en un infierno, sin muchos de sus hombres y mujeres. Es doloroso”.

Su trabajo social de escuchar al otro y ponerse en sus zapatos está probado. Justamente cuando llegó al barrio Obrero de Apartadó, en 1995, en medio del polvorín en que se había convertido el Urabá antioqueño, inició su trabajo con los niños de la zona para hacerles una Navidad feliz. Un año después, durante la alcaldía de Gloria Cuartas, fundó la Casa de la Mujer.

“La dinámica de este espacio permitió a muchas mujeres a capacitarse, terminar la primaria y secundaria con un programa educativo especial para ellas, del 1998 al 2001, nos reuníamos dos grupos en la semana. Se tenía como un espacio de encuentro de formación y capacitación para la mujer del municipio, éramos referentes en los espacios que se estaban fortaleciendo en toda la región”, recuerda.

Cuando se les da un repaso a las palabras con las que afirmó su postulación para integrar la comisión, también se adivinan las claves de su compromiso. “Desde las regiones venimos trabajando en los diferentes procesos de construcción de memoria, como apuesta para lograr la reparación integral de las víctimas. Las víctimas tenemos derecho a conocer la verdad y garantizar un relato plural, para que no se repitan los hechos atroces que hemos tenido que vivir las más de ocho millones de víctimas y para que las nuevas generaciones conozcan y no repitan la historia violenta. Construir paz desde los relatos, la memoria y la verdad están en el eje central de mis apuestas de vida”.

En esa lucha por proteger a las mujeres urabaenses desamparadas por la situación de violencia comenzó con la Ruta Pacífica de las Mujeres, que hasta hoy continúa y es referente de lucha y resistencia contra los violentos. Desde el 2007 hace parte de la Mesa Departamental de Víctimas del Conflicto Armado de Antioquia como coordinadora y vocera. Ha participado en diplomados para conocer a fondo la justicia transicional y de género y también en diversos espacios donde se visibilizan las afectaciones del conflicto armado en la población civil y especialmente entre las mujeres.

Como siempre, María Ángela es incansable. En medio de las gestiones propias de su cargo, hizo una pausa para atender a SEMANA RURAL. Su compromiso con las víctimas del Pacífico suena tan potente como su labor social de tantas décadas. “Venimos es a escuchar. La reparación para nosotros es la verdad, que sea lo suficiente robusta para que repare el dolor, el llanto de las personas, y también para que las víctimas puedan decir que no quieren volver a padecer lo que sufrieron, ni que tampoco sus hijos y nietos vuelvan a ser reclutados o asesinados”.


 

©Fotos especiales para Semana Rural.

¿Qué debe esperar el Pacífico de su trabajo en la Comisión de la Verdad?

En el Pacífico ya tenemos una macrorregional que será responsable de los municipios costeros de los departamentos de Chocó, Valle, Cauca y Nariño. También tenemos otra sede similar que se encargará de atender el resto de municipios que no están en el andén del Pacífico. En Cali, tenemos una casa de la verdad similar donde vamos a hacer un trabajo especial centralizando tanto la macrorregional Pacífico como la Andina Sur. Mientras tanto ya tenemos tres equipos de trabajo en Quibdó, Buenaventura, y en Tumaco. En la bota caucana también se está trabajando en la conformación de un equipo enlace. Básicamente se componen de cuatro personas, el coordinador, el investigador, un administrativo y una persona que hace las veces de análisis de contexto. Buscaremos tener una sinergia con las personas que van a acudir y también vamos a crear una relación de cooperación mutua con los equipos en las sedes que vamos a tener.
¿Cuánto tiempo va a durar este proceso?

Ese equipo va a estar en las sedes, pero también tiene la obligación de acompañar algunos procesos porque habrá un equipo móvil que va a documentar los casos. Supongamos que nos necesitan en Guapi y no tenemos las condiciones para que la gente vaya a Tumaco, entonces el equipo se traslada hasta Guapi para entrar en un proceso de relacionamiento con los pobladores de allá. Lo importante es que podamos escuchar todas las voces, incluso no solo a las víctimas, queremos escuchar a los responsables de hechos, la idea es oír todas las voces que tuvieron que ver con el conflicto armado. Contamos con tres años para tener el informe final, pero este 2019 le vamos a apuntar duro al esclarecimiento de los hechos. El propósito es buscar los patrones para hacer las hipótesis, averiguar la frecuencia de los hechos, cuántas veces se cometió, qué tipo de victimarios eran. Eso arrojará unos datos y unas conversaciones que luego se plasmarán en el documento. De ahí en adelante y a la par haremos un reconocimiento a la dignidad de las víctimas y buscaremos que los responsables de los hechos victimizantes acepten el daño causado y se comprometan a no repetir. Si hay terceros involucrados, voluntarios que quieran contar, hacer relatos, son bienvenidos.


 

El Pacífico ha sido una de las zonas más golpeadas por el conflicto y será una tarea ardua recopilar la información, ¿cómo van a lograr que la gente llegue a la comisión?

Usted ha dicho una verdad y es que el Pacífico ha sido una de las zonas más afectadas por el conflicto armado. No solo en muertes sino también en desaparición forzada, desplazamientos masivos. Incluso todo eso repercutió para que una ciudad como Cali tenga uno de los sectores con más población afro del país como es el Distrito de Aguablanca. Lo mismo pasa con la población indígena muy afectada por la violencia en este pedazo de país. Como tenemos un gran número de víctimas nosotros lo que vamos a hacer es contrastar información. Supongamos que una organización nos ofrece las documentaciones de sus casos y nosotros, entonces, vamos a contrastar si eso que dice allí es verdad, qué le falta, cómo terminó. Haremos una investigación para establecer la veracidad y en las partes más lejanas vamos a estar con esa unidad móvil, hoy aquí, luego más allá y esa unidad se va reprogramando en la medida que surjan las necesidades.
¿Qué va a pasar con asesinatos como los de la comunidad Awá en la parte profunda de Nariño? A los indígenas se les dificulta mucho trasladarse…

La intención es que la comisión se desplace hasta allá, pero si la comunidad dice que por su seguridad es mejor ir a otro punto y ellos establecen una zona neutral, nosotros estamos dispuestos a acceder a sus peticiones. Siempre vamos a buscar la manera de proteger a las víctimas porque no queremos mártires. Así como no queremos que las comunidades victimizadas corran riesgos y nosotros tampoco.

¿Cómo se convocará a la gente para que brinde su testimonio?

La idea es que las víctimas hagan parte de una organización y esa organización es la que va a presentar todos los casos. Esas entidades son las encargadas de recopilar mucha de la información y de entregarlas a nosotros, la JEP también recibe de esa manera. La diferencia es que la JEP es judicial, ella juzga y sanciona, nosotros somos extrajudiciales. Algo importante que la gente debe saber es que ellos, en la JEP, nos pueden dar los casos si allá quieren que averiguemos la verdad en una situación derivada del conflicto, pero nosotros no podemos darles los casos a la JEP porque entonces se perdería el principio de confiabilidad porque la gente llega a nosotros y confía que vamos a salvaguardar sus vidas no divulgando lo que se hace. Vamos a tener mucho cuidado con poner en peligro a la persona que da su testimonio. Y sabemos que los casos que estamos recibiendo necesitan mucha vigilancia para que la información no termine fugándose y poniendo en peligro a la gente. Ya hemos comenzado a recibir casos, entonces eso es muy importante que la comunidad lo conozca. Otra situación es que en Colombia se tiende a creer que si no hay plata no hay indemnización o reparación. Nosotros creemos que una forma de reparar también es la certeza de que el victimario va a responder mínimamente diciendo la verdad.

 

 

María Ángela ha dedicado su vida al trabajo social y desde el 2007 es parte de la Mesa Departamental de Víctimas del Conflicto Armado de Antioquia. ©Fotos especiales para Semana Rural.

Usted dice que el propósito de la comisión es hablar con todas las víctimas, qué se puede leer entre líneas de esa frase…

Mire, la idea no es solo hablar del conflicto. Le pongo el ejemplo de lo que pasó en Málaga con los marines que estuvieron en una base. Hay denuncias que hubo violencia sexual, pues vamos a escuchar a esas víctimas. También queremos investigar el tema del narcotráfico y su influencia en el conflicto armado. Vamos a mirar la llegada de los paramilitares en el Bajo Calima, por qué escogieron Cali como punto de llegada, qué relación tenía HH, el comandante del Bloque Calima, con gente de la región. La idea es comenzar a investigar todo eso. Obviamente queremos saber por qué la guerrilla atacó a los indígenas de la comunidad Awá y queremos escuchar a miembros del ejército también, no como una justificación del conflicto, sino sobre lo que hicieron en el marco de este enfrentamiento armado.

***

¿Qué les diría a los sectores políticos y sociales que no están muy convencidos de su labor y que además los señalan?

Yo les respondo que nosotros lo que venimos es a escuchar. La reparación para nosotros es la verdad, que sea lo suficiente robusta para que repare el dolor, el llanto de las personas, y también para que las víctimas puedan decir que no quieren volver a padecer lo que sufrieron, ni que tampoco sus hijos y nietos vuelvan a ser reclutados o asesinados. Las víctimas están ávidas de respuestas, de verdades. Pero le reitero y tenemos que ser claros, aquí no hay plata para reparar a nadie.

 

¿Para qué cree que sirve saber la verdad?

Buscamos una verdad restaurativa que me devuelva la dignidad como persona , que la gente se entienda como víctima y como sujeto político. La verdad me ayuda en ese respeto por mis derechos, a que todo el mundo entienda que tengo derechos y que los mismos fueron vulnerados en el marco del conflicto armado. La verdad es eso. Una reparación emocional.
Apelo a su parte más emotiva, ¿hay un hecho en especial que usted quiera conocer del Pacífico?

El hecho más relevante que quisiera escuchar es por qué la guerra se ensañó tan fuerte con el Pacífico y qué había detrás de esa guerra, quiénes estaban allí, eso es lo que más quiero escuchar. Por qué un territorio que era un oasis de paz terminó de la noche a la mañana convertido en un infierno, sin muchos de sus hombres y mujeres. Es doloroso.
Qué siente hoy, cuando el conflicto se ha repotenciado en este corredor y han vuelto las masacres, los desplazamientos…

Como comisionados estamos preocupados porque el conflicto continúa, aunque tenemos que reconocer que la negociación con las Farc bajó mucho el nivel de violencia, pero desde hace seis meses para acá se ha recrudecido el conflicto especialmente en el Pacífico porque otros grupos armados quieren retomar los espacios que dejó esa guerrilla. Es un momento de mucha tensión.

FUENTE: SEMANA


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