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enero 24, 2019

¿Conoces los cuatro niveles de discriminación común a todas las lenguas?


La UNESCO en los años noventa ya recomendó el uso de un lenguaje inclusivo en todos los idiomas de la UE, pues todos los idiomas, incluidos los que no tienen género gramatical, presenta mecanismos con los que invisivilizan, degradan y subordinan a las mujeres, pues todas son un reflejo de sociedades patriarcales en mayor o menor medida. A partir de esta recomendación, se comenzaron a crear planes de igualdad que fueron introduciendo la obligatoriedad del lenguaje no sexista, al menos, en la Administración. Ya en la Ley Orgánica de 2007, en el artículo 14, se aboga por la igualdad efectiva y, además de obligar al uso del lenguaje no sexista en la Administración, presenta la necesidad de su fomentación en los demás ámbitos.

Como ya hemos apuntado, todas las lenguas del mundo excepto un pequeño porcentaje presentan mecanismos que discriminan a las mujeres, por lo tanto, como presentó Mercedes Bengoechea en su seminario «Relaciones entre lenguaje y género» para el Máster de Género e Igualdad en la Universidad Pablo de Olavide, siendo el mismo la base sobre la que se sustenta el presente artículo, el debate va mucho más allá del masculino genérico, que es lo que comúnmente piensan quienes no le dan demasiada importancia a este tema.

De forma general, podemos presentar cuatro niveles de discriminación comunes a todas las lenguas:

1.- fórmulas de tratamiento asimétricas, como el uso de diminutivos en los nombres, nombrar por «señorita» o por el nombre de pila;
2.- expresiones idiomáticas sexuadas como por ejemplo: cabecita loca, o conceptos diferentes en sustantivos masculinos y femeninos, como pueden ser «zorro» y «zorra»;
3.- refranes al estilo de: «quien te quiere te hará llorar» o «el vino en bota y la mujer en pelotas»; y
4.- el orden de colocación que otorga preminencia a los hombres, es decir, siempre se habla de ellos antes.

Por lo tanto, un lenguaje inclusivo no se centra en el no uso del masculino genérico, sino que es un replanteamiento crítico de todas estas vías de discriminación.

¿Por qué debería ser obligatorio el uso del lenguaje inclusivo?

En un primer momento porque desde que el hombre decidió usarse para referirse a toda la Humanidad, prácticamente anula la existencia de las mujeres, siendo estas la mitad de la ciudadanía, obligándolas a no tener historia. El lenguaje, además, es muy importante para la formación de la identidad social, por lo que el trato verbal que se le dé a una mujer influirá directamente en su autoconciencia. Íntimamente relacionado al desarrollo de la identidad, es la incertidumbre y ambigüedad que crea el masculino genérico ya que, ¿cuándo está la mujer incluida y cuándo no?

Este uso del masculino genérico crea una subidentidad en las mujeres, ya que no se tienen modelos a seguir, mientras que crea una sobreidentidad en los varones, pues se creen capaces de todo, no existe un discurso que los expulse, están omnipresentes en todos ellos. Estas identidades la adquieren los niños con 4 o 5 años, cuando comienzan a conocer el lenguaje (sobre todo en la escuela). Las niñas aprenden a autocensurarse y a estar constantemente pendientes del discurso y su contexto para comprender si ellas están o no incluidas en ese masculino genérico. Por ello, hay una evidencia de que las niñas siempre esperan a entender el contexto antes de hablar mientras que los niños lo hacen de inmediato, perpetuándose así los estereotipos de mujer recatada y varón impulsivo.

Por último, y por ello no menos importante, el uso de un lenguaje sexista en sí mismo va en contra de la máxima de igualdad. Y es que, ¿qué hay detrás de todo este mal uso del lenguaje y qué se transmite? Básicamente, una visión del mundo androcéntrica, patriarcal y llena de estereotipos, causante de que la resistencia al cambio hacia un lenguaje no sexista no se encuentre en la morfología, como quizá puede presentar la RAE, sino en la cultura y en la ideología del país. Por lo tanto, es sobre la cultura donde hay que trabajar para que el lenguaje se autorregule, pero también habrá que tomar medidas sobre el propio lenguaje, ya que el lenguaje y la cultura se retroalimentan continuamente. Solo así podremos ir avanzando hacia una sociedad libre de machismo desde sus bases.

FUENTE: TRIBUNA FEMINISTA


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