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noviembre 22, 2018

“No podemos vivir en función de nuestras parejas”


Entrevistamos a una integrante de Adictas Anónimas a las Relaciones Afectivas, un grupo de mujeres que se reúne para luchar contra sus matrimonios o noviazgos disfuncionales. A través de la experiencia propia, en cada sesión se despojan de sus miedos para reconocer la raíz del problema y encontrar una solución.

Grande o pequeña, todos tenemos una adicción que puede conducirnos por senderos insospechados. Se apodera de nosotros, es fuerte, implacable, nos lacera como si tuviera garras. A ratos nos suelta, sentimos una suerte de liberación en la que creemos abrir los sentidos, el cambio se muestra real y perceptible, “ahí está la solución”, decimos, pero realmente es una ilusión esplendorosa. Los esfuerzos por escapar  son inútiles, el bicho raro retorna para que cumplamos su antojo, sus designios. Sí, hay que reconocerlo: le pertenecemos.

Sin embargo, ¿quién dijo que es fácil salir de la adicción? Mientras las garras nos cortan y luchamos por evitar sucumbir, en el cuerpo y el alma se forman cicatrices que no sanan por completo.

Para las miradas ajenas, una relación  tóxica es comparable a un tipo de locura o a un vaso de agua fabricado a la medida para que solo nosotras nos ahoguemos.

Más o menos así es la historia de Paula Rojas, una mujer con la que me senté a conversar sobre una idea que es impopular: hay amores que se experimentan como una adicción.

Paula llegó hace 10 años a Adictas Anónimas a las Relaciones Afectivas (A.A.R.A.), un grupo que ayuda a mujeres que viven relaciones tóxicas. Por esos días ella estaba terminando una relación con un alcohólico nueve años menor, que la envolvió en una espiral de  violencia del que era imposible salir por su voluntad. Él había sido su empleado en un negocio propio que quebró. Por ese amor furtivo fracasó su matrimonio y, de paso, perdió la custodia de su hija de 4 años.

Cansada de su realidad, Paula pidió una cita con un psicólogo, quien, después de muchas sesiones, le reprodujo un audio de un alcohólico para hacer un ejercicio: mientras escuchaba el relato, ella debía reemplazar las palabras “alcohol” y “alcoholismo” por el nombre del amante. Lo hizo con toda la seriedad del caso y, al finalizar, gritó: “¡Soy adicta a los hombres!”. Al descubrirlo, el psicólogo le dio el número de teléfono de Adictas Anónimas a las Relaciones Afectivas.  Esa misma noche, hace una década, llamó en busca de ayuda.

¿Qué le gustó de A.A.R.A?
Decidí quedarme porque me  identifiqué con el testimonio de otras mujeres que vivieron lo mismo. Al ver que lo superaron, me dije: “yo quiero esa serenidad, la necesito”. Confieso que, luego de varias sesiones, aclaré mis ideas, mejoró mi salud física y mental, recuperé mis inquietudes académicas, la rutina familiar, laboral y social.

¿Cómo nació la comunidad?
Hace 23 años, un grupo de chicas leyó el libro Las mujeres que aman demasiado, de la psicoterapeuta Robin Norwood. Fue tanta su identificación, que decidieron reunirse para seguir y ejecutar las pautas propuestas en un  grupo llamado “Robin Norwood”, en Bogotá. Dicho grupo estuvo abierto por varios años, pero finalmente se disolvió. De ahí surgieron dos, uno se denominó Amor y Sabiduría y el otro  Serenidad. Con ambos decidieron formalizar y fundar Adictas Anónimas a las Relaciones, pero en el año 2010, en una asamblea general de la comunidad, pasaron a llamarse Adictas Anónimas a las Relaciones Afectivas (A.A.R.A.).

¿Cuántas mujeres asisten ?
Contamos con dos grupos consolidados en Bogotá (Amor y Sabiduría y Serenidad) y uno en Cajicá, Cundinamarca (Nuevo Despertar). Estamos apoyando la apertura de un tercero en Bogotá (Crecer y Amar), un grupo en Girardot (Dilemas de Amor) y un grupo en Yopal (Valor para Cambiar). Llevamos más de dos décadas en las que cientos de mujeres en Bogotá se han recuperado de la adicción a las relaciones, gracias a nuestro programa.

¿Cuál es la filosofía de la comunidad?
Somos un grupo de apoyo y recuperación entre pares.

¿Se inspiran en otros libros?
Leemos a Robin Norwood en Meditaciones diarias para mujeres que aman demasiado y  Cartas de mujeres que aman demasiado, y las publicaciones de Alcohólicos Anónimos, concretamente sus Doce pasos y Doce tradiciones, entre otros.

¿Puede considerarse al amor una adicción como al alcoholismo o a las drogas?
En su libro, la doctora Norwood presenta un paralelo entre el alcoholismo y amar demasiado, en el que se evidencia que las dos atacan las mismas áreas de la vida de la persona. Las personas que hemos estado en relaciones disfuncionales sabemos que ese vínculo nos hace mucho daño, al igual que un adicto al alcohol o a las drogas sabe que tiene un problema. No podemos salirnos de esa situación sin ayuda ajena, por eso decimos que la obsesión por una relación afectiva es una suerte de enfermedad.

¿En qué momento se vuelve una adicción? 
Llamamos adicción a la necesidad imperiosa de estar con la otra persona. Cuando la relación es lo más importante, tanto que ocupa el 90% de nuestras  vidas, descuidamos otras áreas como el trabajo, la familia y las amistades. Una mujer es adicta a las relaciones afectivas cuando solo vive en función de su pareja, está dispuesta a todo para evitar que se disuelva. Cuando digo “dispuesta a todo”, me refiero a hacer desde escándalos en sitios públicos hasta delitos como matar a la mujer que amenaza con “quedarse con su hombre”,  hacerle daño a su pareja para que no la deje o hacerse daño a ella misma.

¿Este pensamiento tóxico se va desarrollando o hay una predisposición genética?
Nadie se convierte en una adicta a las relaciones afectivas por pura casualidad. Es el resultado de haber crecido como miembro femenino en una familia que no satisfizo las necesidades de amor y protección, lo que hace que una mujer desarrolle conductas obsesivas. Como creció en un ambiente caótico, inconscientemente se ve atraída hacia relaciones igualmente caóticas.

¿Hay tipos de adicciones en las relaciones?
Es una sola enfermedad que puede manifestarse en cualquier tipo de relación afectiva. La mayoría llegamos a A.A.R.A. porque estamos atrapadas y con el tiempo evidenciamos que la adicción no solo se manifiesta con la pareja, sino en relaciones con familiares, amigos y compañeros de trabajo.

¿Solo la sufrimos nosotras o también la sufren los hombres?
Norwood aclara en su libro que las mujeres estamos más predispuestas a desarrollar la enfermedad, ya que la mayoría de los hombres que crecen en hogares disfuncionales enfocan su obsesión hacia actividades como el deporte o desarrollan otras adicciones. Hay una pequeña cantidad de hombres que tienen la enfermedad. En su caso, lo apropiado sería conformar sus propios grupos, porque sus síntomas son diferentes a los de nosotras.

¿Qué hacen en las sesiones?
Leemos literatura aprobada en la comunidad y aplicamos  nuestra experiencia y fortaleza a la lectura del día.

¿Algún psicólogo las ayuda?
Nosotras adoptamos los Doce pasos y las doce tradiciones, de Alcohólicos Anónimos. Nuestra recuperación se hace a través de la práctica del programa y de escuchar los testimonios de las  compañeras. Funciona así porque somos un grupo de apoyo. Y si alguien requiere ayuda profesional, se le sugiere alguna de las psicólogas que nos conocen, expertas en el tema.

¿Las integrantes de la comunidad son amigas?
No es recomendable establecer relaciones de amistad o camaradería con las otras compañeras, aquí prima el anonimato. Si dos mujeres de la comunidad son amigas íntimas o familiares, se sugiere que cuando una de las dos esté compartiendo, la otra se salga del salón para evitar cohibiciones. La idea es ser muy honestas  al compartir nuestra experiencia.

El libro ‘Las mujeres que aman demasiado’, de Robin Norwood, inspiró la creación de este espacio. 

¿Dan consejos en público o en privado?
No damos consejos en ningún caso, al asistir a una reunión y escuchar a las demás, adquirimos elementos para aplicar en nuestra propia situación. Hay un proceso de amadrinamiento, y algunas veces la madrina da sugerencias a la ahijada.

¿Cuál es la función de las madrinas?
Son mujeres que llevan más tiempo en el programa y trabajan los pasos con otras compañeras.

¿Cómo ponen en práctica el trabajo, lejos del grupo?
El programa requiere ser practicado las veinticuatro horas del día, pues asistir a las charlas no es suficiente. Las  A.A.R.A. llamamos  a una compañera que nos escuche y  comparta su experiencia, fortaleza y esperanza de recuperación, en un momento de crisis o de desesperanza; y el trabajo frecuente con una madrina, que nos acompañe en los pasos.

¿Se puede salir de esta adicción?
El programa promete que si una mujer practica los principios espirituales como una forma de vida, dejará de amar a la persona que le  produce dolor. Se amará a sí misma, podrá detener todos los sentimientos negativos. Estoy hablando de una mujer con amor pleno, equilibrio, serenidad y felicidad.

Ustedes tienen unos pasos, ¿en qué consisten y para qué sirven?

Nuestros pasos son adoptados y adaptados de los Doce pasos de Alcohólicos Anónimos, son una serie de principios de naturaleza espiritual que ayudan con el manejo de la adicción:

1. Admitimos que éramos impotentes ante la adicción a las relaciones afectivas y que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos a creer que un Poder Superior podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos entregar nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de un Poder Superior como cada una lo conciba.

4. Sin miedo, hicimos un minucioso inventario moral de nosotras mismas.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotras mismas y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos.

6. Estamos totalmente dispuestas a dejar que Dios nos libre de nuestros defectos.

7. Humildemente le pedimos que nos libre de nuestros defectos

8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes dañamos y estamos dispuestas a reparar el daño causado.

9. Enmendamos directamente el daño causado siempre que fue posible, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.

10. Continuamos haciendo nuestro inventario moral y cuando nos equivocamos lo admitimos con prontitud.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotras lo concebimos, pidiéndole solamente que nos deje conocer su voluntad para con nosotras y nos dé la fortaleza para cumplirla.

12. Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar el mensaje a las mujeres adictas a las relaciones afectivas y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.
*Por petición de la entrevistada, su nombre fue cambiado.

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A través de su psicólogo llegó a la comunidad de Adictas Anónimas a las Relaciones Afectivas. 

***

Test de autodiagnóstico para descubrir si usted es una Adicta Anónima a las Relaciones Afectivas

Las siguientes son características propias de las mujeres que aman demasiado. La invitamos a que responda confidencialmente el presente cuestionario, con la mayor calma posible, sin apuros.

1. ¿Es difícil para usted estar sin pareja, aunque el hecho de tenerla le cause dolor y sufrimiento?

2. ¿Hace cualquier cosa para evitar
que una relación se disuelva?

3. ¿Usted está dispuesta a esperar, conservar esperanzas y esforzarse más para complacer al hombre que ama?

4. ¿Cuando se enamora, siente que nada es demasiado problemático, ni tarda demasiado tiempo, ni es demasiado costoso si ayuda al hombre con quien mantiene relaciones?

5. ¿No la atraen los hombres amables, dignos de confianza, estables, que se interesan por usted?

6. ¿Está dispuesta a aceptar mucho más del cincuenta por ciento de la responsabilidad, la culpa y los reproches en cualquier relación?

7. ¿Necesita con desesperación controlar a sus hombres y sus relaciones, y disimula sus esfuerzos por controlar a la gente bajo la apariencia de “ser útil”?

8. ¿Está mucho más enfocada en cómo piensa que debería ser su relación que en como la está llevando?

9. ¿Cuando se acaba una relación, siente deseos de acudir a las drogas, al alcohol o a ciertas comidas, en particular, los dulces?

10. ¿Vive episodios depresivos con cierta frecuencia?

11. ¿Sintió mientras crecía que sus necesidades emocionales de amor y protección no eran lo suficientemente satisfechas y que le tocaba asumir responsabilidades de adulta?

12. ¿Trata de compensar, indirectamente, esa necesidad insatisfecha, proporcionando afecto a hombres que parecen de alguna manera necesitados?

13. ¿Intentó convertir a sus progenitores en los seres atentos y cariñosos que ansiaba? ¿En su edad adulta reacciona profundamente ante la clase de hombres emocionalmente inaccesibles, creyendo que con su amor puede convertirlos en los seres atentos y cariñosos que desea?

14. ¿A veces se ve atraída por personas que tienen problemas irresueltos o están involucradas en situaciones que son caóticas y emocionalmente dolorosas?

15. ¿Cree no merecer la felicidad y, en cambio, cree que debe ganarse el derecho de disfrutar la vida?

FUENTE: EL ESPECTADOR


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