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septiembre 5, 2018

La aplicación que impulsa a las mujeres a viajar solas y sin miedo


Dos españolas crearon TripWoman, una aplicación que invita a las mujeres interesadas en conocer el mundo a ayudarse mutuamente, a intercambiar consejos, datos de alojamiento y transporte, y a generar alarmas si se sienten en peligro.

Hay una palabra que me gusta mucho. La primera vez que la leí estaba en el aeropuerto Benito Juárez, mientras Elisa –una amiga española que regresaba a su país cuando yo volvía al mío– la escribía en mi muñeca izquierda: Wanderlust. Estábamos chiquitas entonces, y su significado se quedó grabado en mí: “Un fuerte deseo por impulsarse a deambular o por viajar y explorar el mundo”. Quise volcarme en el concepto, ser el impulso y las alas, y también ser el descubrimiento y el viaje. Después la palabra se volvió tan mía que dejé de pensarla en diez letras para empezar a percibirla como un sentimiento que me habla cada vez que tengo que decidir si estar aquí o allá: “¡Váyase! Y sonríale a lo que todavía no ha visto”, me grita dentro del corazón.

Y, sin embargo, no es tan fácil arrancar. Es complejo extender las alas tranquila. No por cuestiones de dinero, sino de vida y muerte, porque en el siglo XXI, tener una vagina aún implica estar en riesgo constante. Y no solo eso, al caer en los peligros,  la culpa será tuya. Eso me quedó muy claro hace dos años cuando alguien compartió en Facebook una carta escrita por Guadalupe Acosta: “Ayer me mataron. Peor que la muerte, fue la humillación que vino después. Desde el momento que tuvieron mi cuerpo inerte nadie se preguntó donde estaba el hijo de puta que acabó con mis sueños, mis esperanzas, mi vida. No, más bien empezaron a hacerme preguntas inútiles. A mí, ¿se imaginan? Una muerta, que no puede hablar, que no puede defenderse. ¿Qué ropa tenías? ¿Por qué andabas sola? ¿Cómo una mujer va a viajar sin compañía? Te metiste en un barrio peligroso, ¿qué esperabas?”.

En realidad Guadalupe no está muerta: escribió esta carta en primera persona como una forma de crítica social en medio de la indignación que le causó la muerte de dos turistas argentinas en Montañita (Ecuador), y la reacción que causó la noticia a lo largo y ancho del globo: por un lado estaban los  que, como ella, no admiten que nos sigan matando, los que nos quieren vivas; por el otro, los demás, los que dicen que la culpa fue de ellas, por viajar solas, y los que ratificaron su argumento hace apenas unos días, cuando supimos que María Trinidad Matus –compositora clásica mexicana de 25 años– había salido a devorarse el mundo y, a cambio, fue encontrada en una playa de Costa Rica golpeada, ultrajada y muerta.

Si la ONU dice que en el mundo 64.000 niñas y mujeres son asesinadas cada año, parece que la solución es que nos quedemos encerradas en casa y que, cuando salgamos,  no lo hagamos demasiado tarde ni demasiado expuestas (nuestro templo, nuestro cuerpo, debería estar cubierto por completo).  La salida es que, de ser posible, siempre estemos acompañadas de un hombre y que dejemos de perseguir los sueños que nos llevan lejos.

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Pero si hay algo que está claro, hoy, es que muchas no encontramos lógica en esas soluciones, muchas estamos dispuestas a seguir en la lucha, a levantar nuestras banderas, a decir: ¡Basta, mundo! Muchas, como Tania Picado, por ejemplo.

Tania nació en Almería, hace 32 años, vive en Berlín, es graduada de Comercio Internacional y desde los 18 es wanderlust. Como wanderlust ha tenido vivencias maravillosas y otras que no lo son tanto. Les cuento de ella y no de otra persona porque acaba de crear un aplicación que tiene el propósito de tejer redes entre “mujeres viajeras, que estén dispuestas a ayudarse mutuamente e intercambiar consejos, experiencias, datos de alojamiento y transporte. TripWoman (como fue bautizada la app) alentará a las mujeres de todas las edades a viajar y minimizar su temor a posibles complicaciones. Estamos creando una barrera de protección femenina basada en el concepto de hermandad y espacios solo para nosotras. Este proyecto también quiere incluir madres de niños pequeños, mujeres que tienen miedo de no hablar el idioma del sitio al que llegan, mujeres mayores que temen viajar solas”, me cuenta Tania, que llegó a la idea de crear el proyecto después de haber conocido la historia de las chicas argentinas asesinadas en el cono sur y de otras más. “Estaba cansada de oír noticias de abuso. Mi sueño era proteger a las chicas de pasar por malas experiencias o encontrarse solas en medio de la ‘nada’. Puesto que las mujeres sabemos lo que es sentir miedo, parece que todas empatizamos y estamos todo el tiempo ahí intentando proteger a las demás, así que se me ocurrió que podemos tener una red que sirva para eso, para apoyarnos”.

TripWoman empezó a tener forma casi desde el día en que Tania pensó la idea: “Tenía muy claro a dónde quería llegar y no he hecho más que seguir los pasos para conseguirlo”, me sigue escribiendo.

La creación ha durado más o menos un año y medio, “porque la demanda es muy fuerte y mi necesidad de crearla, incontrolable –agrega Tania–. Empecé observando la sororidad que nos inunda a las féminas en las redes sociales y la creciente independencia económica. Realicé un estudio de mercado para observar cuál era la principal demanda. Abrimos plataformas en redes para ver el éxito que podría tener. Y, tras observar los resultados, nos pusimos manos a la obra con el desarrollo”. Al proyecto luego se sumaron Rebeca González –otra española de 27 años, diseñadora web y viajera, con la que Tania se conoció en las manifestaciones del 8 de marzo del 2017, en Berlín– e Iñaki Zurdo.

Ya tenían las ideas listas, pero para desarrollar la aplicación necesitaban cierta cantidad de dinero con la que no contaban hasta ese momento: “Yo sola no tenía la capacidad económica para desarrollarlo, porque los costos eran altísimos, entonces se nos ocurrió que podíamos hacer un crowdfunding (invitar a las personas a que se convirtieran en inversionistas, a través de Internet). Al final, eso nos sirvió mucho para saber cómo no se debe hacer un crowdfunding: no conseguimos recaudar los fondos, porque nadie nos conocía, no teníamos ninguna plataforma. Lejos de venirme abajo pensé: ‘La idea va a funcionar sí o sí’. Seguí invirtiendo lo poco que tenía y seguí trabajando después de terminar con mis labores. Seguí tratando de hacer equipo durante meses y ya estamos consiguiendo sacar a flote este sueño. ¿Por qué? Porque no iba a permitir que el dinero me parara. No he permitido nunca en mi vida que el dinero sea una excusa para no lograr lo que quiero; y si os cuento las penurias, no es por ser negativa, todo lo contrario, es para que nunca os rindáis ante un sueño, no importa a lo que os tengáis que enfrentar: si se lucha, se gana”.

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Ya hoy Tania y su equipo han ganado: “La app es mucho más de lo que imaginé en un principio. Aún está en desarrollo, de momento solo funciona para Android, y seguimos desarrollándola para iOS. Hasta ahora contamos con mil descargas (de todas partes del mundo) en la versión beta –una versión de software que ha pasado la etapa de prueba interna y ha sido lanzada a los usuarios para pruebas públicas–. En breve tendremos nuestra página web funcionando”.  Cuando una usuaria descarga TripWoman se encuentra con un proceso de aceptación en el grupo: para ello debe llenar algunos datos y enviar, de manera obligatoria, una fotografía de su documento de identidad. Ya superado el proceso, tiene acceso a foros en el idioma que prefiera, a un sistema de emergencia, a alojamiento y transporte brindado por las mismas usuarias.

Para finalizar, viendo todo en perspectiva y sabiendo lo lejos que ha llegado la aplicación, les pregunté a Tania y a Rebeca: ¿Qué sigue para TripWoman? “Lo que sigue es un futuro incierto. Es muy pronto para contestar, puesto que la versión Beta tiene solo tres semanas de ver la luz”, me respondieron. Después recordé un verso de Alejandra Pizarnik: “La pequeña viajera moría explicando su muerte”, y sentí una punzada de miedo en el estómago.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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