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agosto 14, 2018

La tasa mundial de participación femenina en el mercado laboral es del 48,5%, la de los hombres un 75%


Los últimos 20 años han sido positivos para la situación de la mujer en el mundo del trabajo y la igualdad de género en la sociedad. Aunque así lo afirma el estudio de Avance Global: Tendencias del Empleo Femenino 2018realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el informe indica que las mujeres no solo tienen menos probabilidades que los hombres de participar en la fuerza de trabajo, sino que, cuando lo hacen, tienen más probabilidades de estar desempleadas u ocupando puestos en los que se encuentran desamparadas legalmente.

Disparidad laboral y brecha de género en el desempleo

En 2018, la tasa mundial de participación femenina en el mercado laboral es del 48,5%, mientras que la tasa de participación de los hombres se encuentra en un 75%. En este contexto, los países emergentes son los que muestran una mayor disparidad laboral, con una diferencia de 30,5%. Este aumento de diferencia de participación no refleja solo la dificultad de acceso de las mujeres al nivel de los hombres en cuanto a oportunidades laborales, sino también el creciente número de matriculaciones femeninas en la educación formal de estos países, factor que demora su incorporación al mercado laboral. Además, el informe señala que esta diferencia laboral entre hombres y mujeres las encabezan África del Norte, Asia Meridional y los Estados Árabes.

Por otra parte, en la mayoría de los países desarrollados las tasas de participación laboral de las mujeres van acercándose a la de los hombres, con una brecha de 15,6%. A pesar de que la brecha en estos países sigue siendo amplia, el estudio estima que la mejora lograda en los últimos veinte años puede atribuirse a que los logros académicos de los hombres y mujeres son prácticamente iguales, y al importante papel que desempeñan las políticas públicas mediante políticas de asistencia familiar o servicios de cuidado infantil para los progenitores que trabajan, entre otras. Sin embargo, la penalización salarial que sufren las mujeres en los países desarrollados se debe a prácticas de contratación y de promoción discriminatorias por parte de los empleadores.

Los países emergentes lideran la brecha de género más reducida entre estas tasas de participación, con un 11,8% que se prevé permanecerá estable hasta 2021. En este grupo de países, las mujeres tienen una participación de 69,3%, una de las tasas más elevadas consecuencia de la necesidad económica de búsqueda de empleo a causa de la pobreza predominante y la falta de protección social.

Desigualdad en las tasas de desocupación

Las mujeres que participan en el mundo del trabajo tienen menos probabilidades de encontrar empleo. Así lo señala Avance Global, donde se expone que la tasa mundial de desocupación femenina es del 6% mientras que la masculina ronda el 0,8%, siendo los países en desarrollo y emergentes los que presentan una mayor diferencia en las tasas de desocupación hombre-mujer.

La relación más elevada en estas tasas de desocupación la tienen los países en desarrollo con un 1,3%. Cabe destacar que a pesar de que es una tasa relativamente baja ello no indica un mercado laboral saludable, ni para hombres ni para mujeres, puesto que las complejidades del empleo informal y el limitado acceso a los sistemas de protección social presionan tanto a hombres y a mujeres a aceptar cualquier oportunidad de empleo, independientemente de las condiciones de este. Al mismo tiempo, los roles de género y la discriminación en el mercado laboral dificulta el acceso de las mujeres a un empleo decente y se espera que la tasa de desocupación femenina siga aumentando en este grupo de países, lo que se traduce en un aumento de la relación entre estas tasas de desocupación para 2021.

Por su parte, los países emergentes tienen una relación entre las tasas de desocupación hombre-mujer que se corresponde con el promedio mundial, con un 1,2%. Sin embargo, se espera que esta relación aumente en 2021, lo cual agudizaría la ya baja participación femenina en el mercado laboral, donde dicha situación destaca en África del Norte y los Estados Árabes, donde las mujeres afrontan una tasa de desocupación que duplica a la de los hombres, siendo la población juvenil la más afectada por esta brecha de género. Según informes recientes de la OIT, estas limitaciones guardan relación directa con el trabajo asistencial no remunerado y las responsabilidades familiares que las mujeres tienen que asumir.

En cambio, las mujeres de los países desarrollados se acercan a la paridad con los hombres en cuanto a tasas de desocupación se refiere, sin esperar variaciones significativas en un futuro, siendo la relación entre ambas de 1,1% en la actualidad. De hecho, el estudio destaca que en regiones como Europa Oriental y América del Norte las mujeres registran tasas de desocupación inferiores a las de los hombres.

El empleo vulnerable afecta más a las mujeres de los países en desarrollo

Según un estudio realizado por la OIT en 2018, más del 42% de los trabajadores trabajan por cuenta propia o son trabajadores familiares auxiliares, lo que se traduce en que más de 1.400 millones de personas tienen más probabilidades que los de otras categorías laborales de estar en situación de empleo informal y vivir en la pobreza. En los países en desarrollo y emergentes el número de trabajadores por cuenta propia ha aumentado al mismo ritmo que la fuerza de trabajo, constituyendo un 76,4% del empleo total en los países en desarrollo, y un 46,2% en los países emergentes en 2018.

En los países en desarrollo, la participación del trabajo familiar auxiliar en el empleo femenino es del 42,3% en 2018, pero del 20,2% en el empleo masculino, y no se anticipan mejoras de cara al 2021. En cambio, en los países emergentes se ha observado una reducción sustancial del porcentaje de trabajadoras familiares auxiliares, que pasó del 22,8% en 2009 al 17% en 2018.

En los países desarrollados, el número de trabajadoras por cuenta propia y trabajadoras familiares auxiliares es limitado, y en 2018 representa apenas el 6,9% y el 1,6% del total de empleo femenino, respectivamente. Según las estimaciones más recientes, las mujeres representan menos de una tercera parte de los cargos de dirección intermedia y superior en la mayoría de los países desarrollados, y menos del 5% de los cargos de dirección general de las empresas que cotizan en bolsa.

A nivel mundial, las mujeres empleadoras –es decir, las trabajadoras por cuenta propia con empleados– representan solo el 1,7% del empleo femenino total en 2018 frente al 4% entre los hombres. Incluso en los países desarrollados, donde esta proporción es mayor (2,2% en 2018), las mujeres continúan tropezando con obstáculos en el mercado laboral cuando tratan de acceder a cargos empresariales y directivos.

El trabajo informal tiene una presencia femenina excesiva

La presencia femenina en el empleo informal de los países en desarrollo es excesiva, debido en parte a la mayor proporción de trabajadoras familiares auxiliares, categoría que representa alrededor de una tercera parte del empleo informal total en estos países. Según la OIT, esta brecha de género es muy superior en algunos países del África Subsahariana, donde la brecha es de más del 20%.

En los países emergentes, la incidencia del empleo informal es mayor entre los hombres que entre las mujeres, con un 70% y 65% respectivamente, siendo la brecha ligeramente superior si solo se toman en consideración los sectores no agrícolas. Esto refleja sobre todo las tendencias observadas en los países emergentes de Asia y el Pacífico, donde la participación femenina en el empleo informal no agrícola habitualmente es inferior a la de los hombres, salvo en casos excepcionales, como Bangladesh, Camboya y Vietnam. La tasa de informalidad entre las mujeres empleadas en sectores no agrícolas en los países emergentes de Asia y el Pacífico se mantiene elevada, siendo, en promedio, del 58% con respecto a la del 65% entre los hombres.

Pobreza laboral: generalizada en mujeres y hombres

En muchos países del mundo, tener un empleo remunerado no basta para estar a salvo de la pobreza. Los patrones de género son complejos, pues mientras que la participación femenina en la fuerza de trabajo con salario más bajo es mayor, en algunos países las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de estar complementando otros ingresos familiares y, por lo tanto, de estar compartiendo el esfuerzo familiar para no caer en la pobreza.

En los países emergentes, la probabilidad de estar en situación de pobreza laboral es mayor entre los hombres que entre las mujeres. Sin embargo, lejos de representar un avance en la reducción de la pobreza laboral femenina, este resultado indica la baja tasa de participación de la mujer en el mercado laboral en estos países.

También sigue habiendo disparidades entre los géneros con respecto al salario medio. En una muestra de países desarrollados, emergentes y en desarrollo, por ejemplo, se observa que las mujeres ganan, en promedio, el 20% menos que los hombres. Un porcentaje significativo de esta brecha obedece a la presencia excesiva de mujeres en sectores y ocupaciones con mayor incidencia de salarios bajos. Además, la persistente desigualdad salarial entre mujeres y hombres también se debe, en parte, a las deficiencias o la ausencia de políticas e instituciones del mercado de trabajo eficaces, tales como la negociación colectiva y el salario mínimo.

Las brechas entre los géneros en el mercado laboral agravan las disparidades de protección social

La combinación de las brechas entre los géneros en los resultados del mercado laboral y la mayor propensión de las mujeres a trabajar en formas atípicas de empleo (con horas irregulares y una trayectoria laboral con interrupciones) provocan disparidades de protección social entre mujeres y hombres. El menor nivel de participación femenina en la fuerza de trabajo con respecto a la masculina, las considerables diferencias de remuneración entre los géneros, la mayor probabilidad de una carrera más breve o con interrupciones, y la presencia excesiva de mujeres en el trabajo informal y vulnerable inciden negativamente en su capacidad de consolidar derechos jubilatorios en el régimen contributivo de pensiones.

Respecto a esto, el informe señala la importancia de aplicar medidas centradas en compensar las desigualdades de género y en subsanar las diferencias entre las pensiones de mujeres y hombres, a través del reconocimiento de pensiones de los periodos no trabajados para cuidar de alguien.

El estudio Avance global sobre las Tendencias del Empleo en 2018 finaliza con una serie de recomendacionespara paliar las brechas de género en el mercado laboral, como la promoción de la diversificación de la economía, que contribuiría a lograr un mayor nivel de formalización, así como a reducir la incidencia de la pobreza laboral. También el impulso de la matriculación femenina en la educación formal, la formación profesional y los programas de iniciativa empresarial o mejorar el alcance y la efectividad de las políticas públicas de la asistencia a la familia mediante la ampliación de cobertura de servicios a la infancia y el fomento de la corresponsabilidad familiar. Además, respecto a los gobiernos y sindicatos la OIT hace un llamamiento a que trabajen por la consecución de medidas que fomenten el empleo femenino de calidad, reduzcan los estereotipos de género y la discriminación y que reconozcan y redistribuyan la carga desproporcionada de responsabilidades familiares y asistenciales que asumen las mujeres.


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