“Pareciera que después de tanto andar en el difícil trayecto de la liberación, ciertos proyectos de identidad que creíamos ganados son remitidos a la mazmorra feudal del catolicismo inquisidor”, dice el escritor Pedro Lemebel en una columna publicada en 2008 en el diario La Nación de Chile. ¿Y ahora, cómo seguimos? El muro de contención que erigió la Iglesia Católica para que no se desbordara la marea puso en evidencia la desesperación de la jerarquía eclesiástica ante el avance del poder del feminismo y, por otro lado, la necesidad de esperar a que haya un recambio en el Congreso para volver a presentar el proyecto. Están ahí. No era fácil, ¿quién dijo que lo era? Tienen más de la mitad del Senado, tienen unidades en todos los pueblos, escuelas en todas las ciudades, representantes en cada gobierno, pósters en todos los hospitales ¿Y nosotras qué tenemos? ¿Cómo mantenemos alta la marea?

“Hemos marcado una época y cambiado con nuestro paso la política nacional. Logramos la despenalización social del aborto y más temprano que tarde alcanzaremos la Ley”, comunicó la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto el día después de que el Senado nacional decidiera no modificar una legislación que está a punto de cumplir 100 años. Lejos del espíritu modernizador que se proclama, los discursos antiderechos remiten a un escenario anterior al código de Rodolfo Moreno, y el Senado, como representante de un deschavado movimiento restaurador nos reenvía a las últimas décadas del siglo XIX. Dios como fundamento, el caudillismo como matriz política, la mujer infantilizada y tutelada y la voz del pueblo ninguneada, barbarizada. Entre la praxis conservadora y la construida en el reticulado popular, hay una fosa infranqueable que como en los cuentos medievales, separa el castillo del resto del mundo. No hay vasos comunicantes, no hay filtraciones. “Logramos la despenalización”, dice la Campaña, pero en el castillo refrendaron una ley que penaliza el aborto.

“¿Por qué estos rígidos señores condenan a la clase trabajadora a tener sexo sólo procreativo? ¿Y si el polvo era sólo por calentura casual? Si la cachita era sólo para pasar la neura, sólo por deseo. Ustedes, señoronas de misa dominical, ¿conocen la palabra deseo? ¿O sólo se abren de piernas para tener hijos?”, continúa el artículo de Lemebel. El riesgo detectado por los señores eclesiásticos prendió alarmas en todos lados. Movilizaron su gente, sus tropas, sus fieles. Y ahora, que han sido alertados del deseo de decidir cuándo maternar y de la organización de cuidados para asegurar ese derecho, ¿emprenderán una vigilancia aún más severa?

¿Debemos esperar un backlash? En 2012 cuando la CSJN resolvió el caso F.A.L, que reconoce que el aborto no es punible en casos de violencia sexual y manda a las provincias a elaborar protocolo de atención médica que no restrinjan el derecho al acceso a la práctica, entre otras cosas, la respuesta conservadora fue precisa. Se multiplicaron presentaciones judiciales de organizaciones antiderechos. El caso más resonante fue el del amparo judicial interpuesto en la provincia de Córdoba por Portal de Belén, contra la Guía práctica provincial para la ejecución del aborto no punible. Hoy en día el protocolo está suspendido en la provincia de Córdoba a la espera de una resolución definitiva. Ante un escenario de estas características, la Campaña post 8A exige que “cada provincia que no lo haya hecho adhiera a las prácticas médicas que establece el Protocolo para la Atención Integral de las personas con derecho a la Interrupción Legal del Embarazo del Ministerio de Salud de la Nación” y que “desde ahora, cada muerta y cada presa por abortar será responsabilidad del Poder Ejecutivo Nacional y de lxs 40 senadoras y senadores, integrantes del Poder Legislativo, que se abstuvieron o votaron en contra”.

La provincia de La Rioja fue declarada Provincia ProVida el mismo 9 de agosto. El aborto destapó una olla. En los meses que van de marzo a agosto asistimos a un curso acelerado sobre derechos reproductivos y educación ciudadana. Luego de la exposición pública de la fuerza del movimiento feminista y la vocación de secularizar la sociedad, emerge cierto temor dentro de algunas organizaciones de que la pasión antiderecho redunde también en mayor obstaculización y persecución a activistas. En especial se espera una avanzada contra Socorristas, activistas que informan y acompañan abortos seguros.

La potencia del feminismo en la calle se había traducido en imposición de agenda electoral ya en 2015, cuando tanto el candidato Daniel Scioli como Mauricio Macri debieron referirse a los femicidios y mencionaron la campaña Ni Una Menos en sus plataformas. Es de esperar que con el aborto ocurra lo mismo. La escritora e integrante de Ni Una menos, Marina Mariasch considera al respecto que “es hora de que los armados partidarios entiendan que sin la problemática de las mujeres, lesbianas, travestis y trans no hay política posible” y enfatiza que “el año que viene votamos. No nos olvidamos”. En el mismo sentido, el documento publicado por la Campaña también llama “a no votar candidatos/as que nos hayan negado o que se hayan posicionado contra nuestro derecho a decidir, a la vez que instamos a cada partido político a que incluya en su plataforma electoral, rumbo a las elecciones de 2019, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”.

Pero el escenario evidenciado por el debate por la legalización del aborto no sólo tiene correlato en la política nacional. El 14 de agosto al mediodía, en las dependencias del Congreso en Valparaíso, se presentará un proyecto para despenalizar la interrupción del embarazo hasta la semana 14. La presentación, como en la Argentina, se hace desde diversos partidos políticos. En España, la Conferencia episcopal aprovechó para solicitar que el Tribunal Constitucional responda sobre la inconstitucionalidad de la despenalización que rige desde 2010. Estos son solo dos ejemplos de lo que arrastra el mar verde cuando sube y baja. ¿Y ahora, cómo seguimos? La próxima estación del movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans es el Encuentro Nacional de Mujeres de octubre en Chubut.

 

El título de la nota y las citas pertenecen al artículo “Un huevo no es pollo”, publicado por Pedro Lemebel en el diario La Nación de Chile en 2008.