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enero 31, 2018

Gloria Arboleda, otra líder valiente de Buenaventura


La red de mujeres “Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro”, que lidera esta afrodescendiente, resiste y trabaja por sus derechos a pesar de que los actores armados siguen instalados en este puerto del Pacífico colombiano.

La batalla de Temístocles Machado, el líder comunal de Buenaventura asesinado el sábado 27 de enero en ese territorio del Valle del Cauca, era defender a su comunidad de los intereses empresariales que pretendían sacarlos de allí. Como Machado, en Buenaventura hay cientos de líderes invisibles, luchando por vivir dignamente y uno de esos casos es el de Gloria Amparo Arboleda Murillo, defensora de mujeres violentadas sexualmente en ocasión del conflicto armado y otras violencias.

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Su lucha la emprendió a través de la Red de Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro, una organización de mujeres negras e indígenas de Buenaventura, que trabajan de forma voluntaria y pertenecen a 11 organizaciones sociales de este puerto marítimo del Pacífico colombiano. “Esta red se creó como espacio de consolidación social y proceso integrador de la violencia hacia las mujeres víctimas del conflicto armado interno”, cuenta Arboleda en esta conversación.

Arboleda creció en condiciones de pobreza extrema en el bajo Calima, zona rural de Buenaventura. A la edad de 7 años tuvo que ocuparse de sus cuatro hermanos, debido a que su madre quedó con una limitación física por la violencia que ejerció su padre contra ella. Esta mujer lleva más de 25 años promoviendo los derechos humanos de las mujeres de este puerto. En 2008 impulsó la Ley 1257 que busca prevenir y sancionar las formas de violencia y discriminación contra las mujeres.

Este proceso trajo consigo amenazas contra su vida ya que, luego de haber ayudado a una madre e hija, víctimas de violencia de género, se vio obligada a desplazarse hacia Bogotá. Sin embargo, Gloria Amparo, quien hoy tiene 53 años, no resistió el destierro y regresó a su natal Buenaventura para seguir defendiendo los derechos de las mujeres. Con ella conversamos de cómo vive un líder social en estas zonas donde persiste el conflicto.

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¿Cómo han resistido las mujeres de Buenaventura a los violentos?

El comadreo fue una de esas estrategias. Nació cuando los picos de violencia en Buenaventura se elevaron. El comadreo es una práctica cultural que nace de las relaciones que se tejen entre comadres, es reconocer el valor de la palabra; significa respeto, unión, solidaridad, es un pacto donde todas somos comadres y esto conlleva una obligación de cuidarnos y multiplicar lo que aprendemos en la Red. Es perder el miedo, recuperar nuestras costumbres y reconocer nuestros derechos. Esto nos ha permitido aumentar la autoestima de las mujeres, organizarnos y exigir a través de protestas por las calles de Buenaventura que no haya más abusos contra las mujeres. Hemos decidido tumbar el muro del miedo y el silencio.

¿Cómo vivieron las líderes sociales los episodios de “las casas de pique” hace algunos años?

Varias residentes con quienes hablamos y trabajamos desde el comadreo nos dicen que escucharon a personas que gritaban e imploraban piedad mientras eran desmembrados en vida. Fue horrible, eso sucedió en 2014 y 201. Luego las autoridades encontraron en las paredes de algunas viviendas manchas de sangre, aquí en Bajamar. Entonces, la Policía en esas casas encontró cuerpos descuartizados listos para ser arrojados al mar. Algunos de esos lugares hoy son zonas humanitarias.

Para la época de las “casas de pique” ustedes ya estaban organizadas. ¿Qué hacían entonces?

Somos muchas organizaciones y como estrategia queríamos que reconocieran 11 tipos de violencia contra las mujeres. La Red de Mariposas somos un grupo de mujeres valientes que desde siempre y todos los días visitamos los lugares de nuestras víctimas poniendo en riesgo nuestra propia vida. Queremos ayudar a estas víctimas contra el desplazamiento y los abusos de grupos sucesores de los paramilitares. Ellos son los responsables de la desaparición de una gran cantidad de personas en Buenaventura durante los últimos años.

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¿Cuál es la raíz de la violencia sexual en Buenaventura?

Los valores son escasos en Buenaventura y la violencia sexual es una realidad. La mayoría de la gente conoce sobre este fenómeno, pero casi nadie habla de eso. La mujer en Buenaventura es más vulnerable a ser víctima de violencia sexual porque hay una combinación de machismo, racismo, pobreza, y conflicto armado.

¿Cómo han ejercido la violencia sexual los grupos ilegales en el Puerto de Buenaventura? 

Los asesinos y maltratadores algunas veces son familiares. A las adolescentes las “enamoran” con un celular, con ropa bonita, con cualquieras $30 mil pesos. Luego se vuelven las novias de los integrantes de los grupos armados, pero después son obligadas a prostituirse o son abuzadas sexualmente. Conozco el caso de una niña de 15 años, muy bonita, que se fue a vivir con el novio. Una vez empezaron a convivir, este le mostro un video donde estaba asesinando a una persona, ella quiso huir varias veces, pero el sujeto no se lo permitió y resultó siendo víctima de violencia sexual. Esta niña era golpeada constantemente y obligada a trabajar para el grupo armado ilegal.

Aunque las luchas les ha traído tragedias como la muerte de líderes como Temístocles Machado, también es cierto que otras veces el trabajo de ustedes ha sido resaltado por organismos internacionales ¿Cómo vivieron el momento en que les anunciaron que habían ganado el Premio Nansen?

Fue una experiencia asombrosa porque significaba que seguiríamos acompañando vidas. A nosotras nos descubrió una mujer del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), quien ya se había ganado este premio. Era la hermana Angélique, maestra del Centro para la Reintegración y el Desarrollo en el Congo (África). Ella fue la que nos mostró su ejemplo de lucha y nos enseñó a ver y a valorar la nuestra. Nos dijo que nosotras hacíamos un trabajo destacado en Buenaventura. Entonces decidimos participar y ganamos este importante Premio para seguir salvando vidas en este territorio.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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