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noviembre 1, 2017

Del piropo al acoso… y al feminicidio


¿Cómo definir exactamente el acoso en diferentes espacios: laborales, recreativos y familiares?

Me parece más que justo que el tema del acoso sexual se haya puesto al rojo vivo en el mundo entero, o por lo menos en muchas partes del mundo. Por fin, las redes sociales generaron un verdadero tsunami social alrededor de un asunto complejo como es el caso Harvey Weinstein. Y fluyeron las historias de miles y miles de mujeres con el famoso #MeToo gringo, #YoTambién español o #MoiAussi francés. En fin, gracias a todos estos nuevos recursos expresivos, el debate relativo al acoso, a los piropos y a las violencias sexuales se impuso y se volvió tema del momento en casi todo el mundo.

¿Cómo definir exactamente el acoso sexual en diferentes espacios: laborales, recreativos y hasta familiares? Responder a estas preguntas, incluso para una feminista, no es fácil, aun cuando no podemos confundir y asemejar acoso sexual con seducción.

Y sí, hay zonas grises, líneas rojas, interpretaciones diversas, y es fácil y frecuente confundirse cuando se trata de relaciones entre hombres y mujeres. Y sin embargo, en estos casos de acoso sexual existen desde ya hace un tiempo, y gracias a la contribución de las feministas, algunos aportes que ayudan a entender partes de este capítulo.

En primer lugar, recordar que este tipo de violencias sexuales han existido desde que la humanidad es sexuada, es decir, desde que las relaciones entre hombres y mujeres se dan en contextos de culturas profundamente patriarcales-machistas, o sea, relaciones de poder (físicas, económicas, políticas, familiares y demás…) en las cuales hay una víctima, siempre o casi siempre una mujer, y un victimario, casi siempre, por no decir siempre, un hombre.

El jefe y su secretaria, el superior y sus empleadas, el amigo borracho con una vieja amiga, el padrastro de la niña sin defensa, etc…. y en la gran mayoría de los casos, mujeres impedidas para hablar y sobre todo para denunciar. Y más cuando se sienten solas y presas del miedo. Quizás por esto ha sido tan importante este huracán mediático para muchas mujeres que ya hoy se sienten menos solas y más acompañadas.

Los enunciantes de piropos, los victimarios de violencias sexuales, acosos u otras son en su gran mayoría hombres y reflejan insufribles relaciones de poder.

En cuanto al piropo, que se inicia con bromas que se quieren anodinas y triviales, pero que la mayoría del tiempo son ofensivas e hirientes, recuerda de una manera u otra a todas las mujeres del mundo que sigue siendo un riesgo nacer mujer y tener un cuerpo sexuado cuya historia ha sido de desposesión, manoseo y objetivación. Ahora reconozco que es difícil asemejar “Si amarte fuera pecado, tendría el infierno asegurado” con “Si cocinas como caminas, me como hasta el raspado”. Pero, ojo, el piropo, en general y en todos los casos, es desde ya una alerta de violencias para lo que llamamos el violentómetro que se inicia con el piropo y puede terminar con el feminicidio.

Finalmente, quisiera recordar ahí que los enunciantes de piropos, los victimarios de violencias sexuales, acosos u otras son en su gran mayoría hombres y reflejan insufribles relaciones de poder generadas por una herencia patriarcal-colonial de una sociedad y una cultura que no logran cambiar o lo hacen muy poco y muy lentamente.

Sin embargo, hoy, si bien lo que generó el caso Harvey Weinstein nos da esperanza de que la ley del silencio comienza a resquebrajarse, faltan mucha voluntad política, mucha inversión social y sólidas políticas públicas para transformar el sistema judicial, sensibilizar y formar jueces y policías, y educar, educar, educar.

FLORENCE THOMAS
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad

FUENTE: EL TIEMPO


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