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septiembre 29, 2017

Lo que piensan los colombianos del aborto


La primera encuesta de percepción revela un avance hacia la aceptación de las tres causales aprobadas por la corte. Descubra que tan de acuerdo o no están las personas con que una mujer vaya a la cárcel si decide abortar.

Descubrir que estaba embarazada fue para Natalia* una noticia apabullante. A sus 17 años sintió que su vida se reducía a ese instante, ¿cómo le iba a contar a sus papás?, ¿podría seguir estudiando?, ¿quería ser mamá? Eran muchas preguntas y pocas respuestas. Decidió junto a su novio abortar sin decirle nada a su familia. El peso del silencio la hizo perder varios kilos y cayó en una profunda depresión.

Pero como dicen por ahí, “del cielo a la Tierra no hay nada oculto”. Su su papá se enteró por medio de una de las amigas de su hija que Natalia iba a abortar en un sitio de mala muerte, una especie de droguería de quirófano improvisado, tal como lo hacen, según el Ministerio de Salud, 400.400 mujeres cada año. Hernán recuerda ese momento como el punto de partida de una especie de calvario, lo primero que hizo fue tratar de hablar con Natalia a sabiendas que no iba a saber cada detalle, que había un punto de su intimidad que solo era de ella.

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Hernán respetó la decisión de su hija de no tener el bebé, pero la convenció de que lo hiciera en la legalidad. Entonces fueron a donde un médico para que valorara su estado de salud, el cual, como temían, no era el mejor. El médico certificó que estaba en riesgo la salud de la mujer y que había afectaciones psicológicas.

Con papel en mano y una búsqueda exhaustiva en la legislación colombiana, Hernán descubrió que su hija estaba amparada por la ley pues la afectación a la salud de la mujer era una de las tres causales aprobadas por la corte para la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Así lo hicieron, pero todo se complicó cuando el exnovio de su hija se enteró. “Después de eso apareció diciendo que él estaba arrepentido y que ya no quería que abortara, cuando él mismo había organizado el aborto en un sitio clandestino”, cuenta Hernán con indignación.

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Pero realmente, ¿quién debería tener influencia al momento de decidir si se interrumpe o no un embarazo? Esta fue una de las preguntas que le hicieron a los colombianos en la primera encuesta de percepción de la IVE que se hace en el país. De acuerdo a esto un 62 por ciento piensa que debe ser la mujer quien tiene la última palabra, mientras que un 24 por ciento creen, así como el exnovio de Natalia, que la pareja debe influir.

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La encuesta fue contratada por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, con la encuestadora Cifras y Conceptos. La muestra fue de 2.277 encuestas que se hicieron en 32 departamentos del 8 de abril al 2 de mayo de 2017.

Hernán cuenta que el exnovio de su hija se volvió contra ellos e incluso fue a su casa con la Policía. “Afortunadamente la Policía fue coherente y entendió que era un derecho de la mujer, y que no estaba pasando nada, que la niña estaba protegida en manos de los papás”, asegura.

Como no funcionó su primer plan el joven citó a Natalia a una comisaría de familia. Allí todo se complicó. Cuenta Hernán que el comisario desconoció la sentencia de la corte y el certificado médico y se basó en su moral. “Mi hija empezó a sentirse como víctima del estamento público por la carga psicológica y religiosa de los funcionarios”, explica el padre de la menor. Pero lo más grave, según Hernán, fue que el mismo comisario le recomendó al joven poner una demanda penal por el delito de aborto.

 

Cabe recordar que la Directiva 006 de 2016 de la Fiscalía reitera que la interrupción voluntaria del embarazo es un derecho fundamental de mujeres, y que “la labor de la Fiscalía debe centrarse en la verificación de las causales sin requisitos adicionales a los establecidos por la Corte Constitucional”.

Esto nos lleva a otra pregunta muy importante, en la práctica qué tan aceptadas son por la sociedad las tres causales de despenalización del aborto que aprobó la Corte Constitucional en el 2006.

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Natalia tuvo que cambiar de casa. Los policías le hicieron esa recomendación al ver que la situación se podría tornar violenta por las actitudes del joven. Por si fuera poco, ahora teme tener que enfrentar un proceso legal. Ella no es la única en esta situación, según la Fiscalía a enero de este año 1.400 mujeres se encontraban judicializadas por abortar.

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Esto nos lleva a la que tal vez es la pregunta más importante de la encuesta: ¿qué tan de acuerdo o en desacuerto están los colombianos con que las mujeres que decidan interrupir voluntariamente su embarazo vayan a la cárcel? El resultado es alentador, un 46 por ciento dijo estar en desacuerdo, un 26 por ciento no está ni de acuerdo ni en desacuerdo, y un 25 por ciento de acuerdo.

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“Cada vez hay más rechazo a la penalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, es decir que hay una transformación del imaginario y la gente -un 65 por ciento- no considera que las mujeres deben ir a la cárcel por eso. El progreso a veces lo vemos poco porque llevamos 11 años de la sentencia y mucho camino anterior recorrido, pero sí son importantes los pasos que se están dando”, dice Juliana Martínez, coordinadora de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres.

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La encuesta no dejó a un lado las elecciones presidenciales que se avecinan para demostrar cuán importante es que su candidato tenga una posición clara sobre la IVE.

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“Los derechos de las mujeres hacen parte de la agenda política. No se pueden ir dejando de largo porque sí hay una proporción de la ciudadanía interesada en que el candidato o la candidata lo defienda”, explicó Martínez.

Aunque los resultados de la encuesta son esperanzadores en cuanto a que la mayoría -un 85 por ciento- de las personas creen que las mujeres y los hombres deben tener los mismos derechos para tomar sus decisiones, e incluso apoyan sus derechos, en la práctica hay otras barreras que deben enfrentar las mujeres que, amparadas en la ley, deciden interrumpir su embarazo.

Por ejemplo, Wendy* cuenta que luego de ingresar a la sala de partos, una enfermera le recriminó que “era una tristeza que el hospital practicara esos procedimientos, porque ellos debían dar vida, pero ahora se permitía matar a los bebés”. Durante el transcurso de la noche Wendy informó a la enfermera que el misoprostol no estaba siendo totalmente efectivo. A pesar de los llamados de Wendy, la enfermera hizo caso omiso y decidió continuar con sus recriminaciones. Adicionalmente, se abstuvo de cambiar las sábanas de Wendy y de brindarle analgésicos para el dolor. Al día siguiente, cuando llegó un nuevo médico, se percató que Wendy tenía una infección por la falta de cuidado de la enferma y decidió remitirla a otra institución.

FUENTE: SEMANA


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