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septiembre 27, 2017

¿Quién es Bernadette Klotz, la bióloga que representó a Colombia en el Mundial de Natación de Budapest?


A los 58 años –con hijos y un doctorado encima–, esta samaria demostró que el tiempo y la edad son relativos.

Aunque cuesta creerlo, con apenas 25 años me he visto obligado a dejar pasar grandes oportunidades porque soy ‘demasiado viejo’. Tal vez por eso, cuando escuché hablar de una científica que entregó su vida a la investigación y, a los 58 años, se lanzó por primera vez a representar a Colombia en el Mundial de Natación de Budapest, me dio un vuelco el corazón. ¿Es posible hacer algo semejante?

 

Así llegué a Bernadette Klotz, directora del Instituto de Alpina de Investigación, bióloga con énfasis en microbiología, doctora en ciencias de los alimentos, esposa y madre, pero, también, una nueva deportista de alto rendimiento. De ojos azules, pelo vibrante de tonos rojizos y una risa contagiosa, Bernadette me contó su historia.

 

Mi mente, siempre escéptica, había concluido que esta mujer seguramente había sido forzada a elegir una carrera tradicional, en contra de sus verdaderas pasiones. Estaba equivocado. “Soy bióloga, es algo que me apasiona, siempre quise investigar, en la academia o en una empresa”. Fue lo primero que me dijo. Trabajar en Alpina fue la realización de su proyecto de vida. Entonces, ¿de dónde surge la natación?

 

Bernadette soltó una carcajada. Siempre le gustó el deporte, fue su hobby, su escape de la realidad. Practicó atletismo, gimnasia olímpica e incluso ballet. Pero, como samaria, el agua la llamaba con una fuerza difícil de comparar. El primer empuje vino de su familia. “La natación empezó a volverse un tema de mayor frecuencia cuando mis hijos comenzaron a entrenar y a ir a campeonatos. Me pareció una buena oportunidad: en vez de mirarlos, por qué no compartir esa experiencia con ellos. Entrenar y competir juntos, en diferentes categorías, pero en los mismos torneos”, me contó.

 

Sonreí, las mamás son una cosa de otro mundo. La mía leía los libros que yo devoraba por las mismas razones. Compartir. Y, por supuesto, tejer hilos invisibles. Así se conectan las familias. Bernadette fue testigo de esto en Budapest. “Alrededor del evento hay muchas facetas humanas –dijo contenta–. Familias completas donde hay una tradición de nadadores compitiendo: está la abuela, el hijo, hasta vienen los yernos… Es algo muy impactante de ver”.

 

¿De quiénes surge alguien como Bernadette? Su padre (un alemán), su madre (una española), cruzaron sus caminos en Santa Marta, ciudad donde elegirían empezar una familia. Ambos inculcaron en ella una fuerza de voluntad inquebrantable, una determinación absoluta. Su papá los educaba con la constancia y la disciplina propia de Alemania. De su madre, una vasca inamovible, rescata la testarudez, el orden y la responsabilidad. Su mente nunca creó límites a lo que podría hacer, poco le importaba cuánta plata iba a ganar en un futuro: “Tuve la oportunidad de escoger qué estudiar, algo que me traía alegría. Creo que si uno tiene un sueño, tiene una pasión, algo que le gusta, debe perseguirlo. Después, lo otro llegará”. Hoy, en su casa colombiana, siente que ha alcanzado el equilibrio perfecto. Ve un complemento ideal entre la ciencia y el deporte, a pesar de la supuesta rivalidad que existe entre estas dos áreas, en las que se han moldeado los estereotipos opuestos del nerd y el atleta. Asegura que su formación en una, aplica en la otra: la constancia, la disciplina, el desarrollo de la técnica, los métodos. Y lo mismo sucede con todas las profesiones. Es cuestión de entregarse. Bernadette considera que hay mucho trabajo por hacer para impulsar a los cientos de colombianos que guardan el secreto para revolucionar el mundo. Pero sabe que todo empieza con uno: tenemos que creer en nosotros y no en lo que los otros dicen. Así que no piensa en limitantes, como la edad, entiende que hay que lanzarse, ya que “el trabajo, los hobbies y la familia, al final, dan un balance ideal de bienestar”.

FUENTE: CROMOS


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