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noviembre 21, 2017

Pasos para la reconciliación en Belén de Bajirá


Más de 40 líderes sociales, víctimas y excombatientes de las Farc participaron en un diplomado de paz en el que se dejaron atrás los odios políticos y la estigmatización.

“Catorce familiares fueron asesinados en la guerra. Siete por las Farc y siete por los paramilitares. El último fue mi hermano Manuel Moya Lara, en diciembre de 2009. Era líder comunitario en temas de tierras en Riosucio. (…) Mi comunidad fue desplazada en dos ocasiones en 1998 y apenas ha retornado el 35 % de la gente. (…) Este diplomado me ha servido para ser resiliente en medio de tantas muertes. En hora buena llegó para subsanar lo sucedido, pero no para olvidar. He logrado ser tolerante y brindar perdón, para no buscar la venganza como una opción. Todavía siento una pullita, pero no rencor”. Estas son las palabras de Luis Enrique Moya, líder de Riosucio que hizo parte del diplomado Pases de Reconciliación, en Belén de Bajirá (Chocó y Antioquia).

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Junto a Moya, más de 40 líderes comunitarios y víctimas del Bajo Atrato y cerca de 12 excombatientes del frente 57 de las Farc hicieron parte de la apuesta de construcción de paz y reconciliación de la Comisión Nacional de Conciliación. Esta organización, con el apoyo del gobierno de Alemania, lideró un proyecto para crear espacios de encuentro entre la sociedad civil y las Farc. Una propuesta que está presente en otros cinco territorios donde hay zonas veredales y procesos de reincorporación y capacitación para exguerrilleros. La propuesta tiene como objetivo propiciar espacios de conversación para que los acuerdos no se queden en el papel.

“Esto rompe barreras y permite perdonar. Colombia necesita espacios de diálogo para dejar atrás las fracturas y evidenciar que la reconciliación no sólo es entre excombatientes y víctimas. Es necesario reconstruir el tejido social y crear espacios de sanación, porque hay mucho dolor y las poblaciones deben resignificarse”, sostuvo Carlos Ossa, coordinador del diplomado y quien el próximo 26 de noviembre terminará el trabajo que ha venido adelantando en la región desde abril de este año.

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La lucha contra la estigmatización

No era la primera vez que líderes, víctimas y algunos excombatientes se encontraban frente a frente. Ya no había sensaciones de temor y prevención. Los más de 40 líderes sociales y víctimas que llegaron hasta el teatro construido en el espacio territorial de capacitación y reincorporación (ETCR) Silver Vidal Mora, del frente 57 de las Farc, ubicado entre El Carmen del Darién y Riosucio (Chocó), fueron recibidos con un fraternal saludo y un especial regalo: una manilla que tejieron los exguerrilleros que un mes atrás los visitaron en la parroquia de Belén de Bajirá para dar los primeros pasos en su proceso de reincorporación y reconciliación.

Atrás quedaron las visiones del enemigo y el malo. Anhelaban este espacio para seguir conociendo las historias de vida de aquellos jóvenes que terminaron inmersos en la guerra para entender el conflicto desde otro punto de vista. La estigmatización de la figura del combatiente se fue transformando en una imagen de un campesino que hoy quiere reincorporarse a la vida civil. Sin embargo, el camino no es fácil y lo que dejó al descubierto el diplomado es que, si bien los exguerrilleros están dispuestos a abrir las puertas de sus casas, las condiciones de vida desde hace 11 meses son precarias y sus necesidades básicas insatisfechas: tienen miedo de la sombra paramilitar, no hay tierra para proyectos productivos y no tienen vivienda digna.

Según Omar de Jesús Restrepo, conocido como Olmedo Ruiz y quien fuera comandante del frente 57 de las Farc, a pesar de que los excombatientes perdieron el miedo a abrir sus puertas a la sociedad civil, los siguen estigmatizando. Sumado a esto están los constantes incumplimientos del Gobierno a los acuerdos logrados para la reconciliación y la reincorporación de las bases a la vida civil. “En esta zona no se ha construido ni siquiera una infraestructura que nos permita hacer los procesos de reincorporación y capacitación. Ni siquiera la carretera de acceso se ha hecho y nuestras viviendas fueron construidas para una tropa y no para la sociedad civil”, manifestó Restrepo, quien hoy es candidato a la Cámara de Representantes por el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

El gran miedo es que los excombatientes sean reclutados por disidencias u otros actores criminales. Para Carlos Ossa, aquí radica la importancia del diplomado: “Este espacio ofrece algo que no se está dando: que las personas de la sociedad civil y los excombatientes interactúen. Si bien esto ya existe en la parte legislativa e institucional, es algo que hay que trabajar en las bases sociales. A los excombatientes les queda difícil acercarse a las comunidades, y viceversa. Necesitan que alguien haga de mediador y propicie las condiciones para que conozcan sus puntos en común, sus diferencias, y puedan tejer otro tipo de vínculos, para que en un futuro saluden a quien antes veían como un supuesto enemigo”.

FUENTE: EL ESPECTADOR


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